Por ENRIQUE QUINTANA
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¿Tenemos una inclinación a magnificar las malas noticias y a minimizar las buenas, como señaló hace un par de días el presidente Peña?Sin duda, hay algo de eso. Le hemos comentado en este espacio cómolas percepciones modifican las dimensiones de la realidad, y lo malo se ve grande y lo bueno pequeño.
Pero, hay un problema tan importante como éste en la forma en la que el gobierno da la información: no construye una narrativa.
Y sin ella, las noticias buenas se diluyen en minutos.
La diferencia en el impacto de la información tiene mucho que ver con el hecho de poder contar una historia.
Si usted puede seguir hablando de un hecho, éste tendrá mucho más impacto que aquel que se agota como un asunto aislado e inconexo.
Tomemos el ejemplo que el presidente Peña refirió: el caso de los precios de los energéticos, cuando bajan y cuando suben.
Recordemos el alza de precios de electricidad y gasolinas anunciada a finales de julio.
Subieron las tarifas eléctricas, industrial, comercial y doméstica de alto consumo y se mantuvieron sin cambio las tarifas domésticas subsidiadas.
Los críticos a las reformas estructurales sí lograron construir una narrativa: en ella señalan que, debido a que los precios de las gasolinas y de la electricidad subieron en los últimos dos meses, las reformas fracasaron. ¡Hasta un spot hizo AMLO!
La narrativa del gobierno había sido que las reformas estructurales eran la causa de los menores precios de la electricidad y de la gasolina.
Como le referí el pasado 3 de agosto en este espacio (“Mitos en los precios de la luz y las gasolinas“), el haber atribuido fundamentalmente a la reforma energética la baja de la electricidad que se dio desde principios del año pasado o la de las gasolinas al arrancar este año, en lugar de explicar que eso era principalmente por la dinámica de los mercados, desarmó al gobierno a la hora de dar explicaciones al cambiar de dirección el mercado, como ocurrió.
Y también por esa razón quedó diluido el hecho positivo de no haberse incrementado los precios de la electricidad para la gran mayoría de las familias.
Veamos ahora el caso del gas LP.
El domingo se anunció la caída del precio del gas LP a partir de ayer y se atribuyó a la reforma energética. El comunicado señalaba en el sumario: “La reducción se debe a la Reforma Energética y responde a menores precios internacionales del Gas LP”.
Otra vez la burra al trigo.
Los hechos fueron: los precios internacionales se fueron para abajoen el caso del gas LP; los gaseros no habían traducido esa reducción en menores precios al consumidor; y se les impuso temporalmente –de nuevo– un precio oficial, que reconoce esa reducción.
Todo ello no tiene que ver directamente con la reforma energética.
Como el precio del gas LP tiene un ciclo, es probable que suba en invierno… y entonces habrá más argumentos para decir que la reforma fracasó, cuando no es así.
La reforma dará abundantes frutos en varios años, cuando sus procesos maduren.
Si el gobierno no comprende que antes de reclamar a la sociedad o a los medios que no ponderan adecuadamente lo malo y lo bueno, no hace la tarea de generar una historia interesante y creíble respecto a lo que está haciendo, acabará hundiéndose en medio del reclamo de que lo que hace es incomprendido y mal valorado.