Tataltepec de Valdés, Juquila, Oax.- La región de la Costa en Oaxaca comprende los distritos de Jamiltepec, Juquila y Pochutla. La etnia más numerosa de la región es la mixteca y se concentra principalmente en el distrito de Jamiltepec, donde también habitan grupos importantes de tacuates y negros.
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En el distrito de Juquila se ubica la etnia chatina y en Pochutla habitan zapotecos. Sin embargo, la mayor parte de la región es mestiza. En esta ocasión les hablaremos sobre cómo celebran estos indígenas la festividad de Todos Santos.
La región Chatina está enclavada en el distrito de Juquila, allí se ubica el lugar mágico y milenario, Tataltepec de Valdés, en el corazón del grupo Chatino. La celebración de Santos Difuntos es única en la zona, desde el 29 de octubre empieza la celebración con el saludo tradicional, en él, los mayordomos y el consejo de ancianos se saludan dentro de la iglesia y hay rosario, todos los días hasta el 2 de noviembre.
Las flores de cempasúchil, o itacuán como las conocen en la región, se recogen desde el 30 de octubre, desde ese mismo día adornan la iglesia y los edificios públicos, incluso la casa del presidente municipal, que posee el bastón de mando, es adornada por la gente del pueblo.
Este día se festejan a los “moritos”, niños que murieron sin ser bautizados, para esto la gente realiza una ofrenda especial para los muertitos.
En Tataltepec de Valdés existe todo un proceso previo para el montaje de una ofrenda. Según la tradición debe haber una etapa de preparación en la que el familiar se dedica a comprar lo necesario para construir su ofrenda.
También se le llama Día de Adornar, ya que en la tarde o en la noche es cuando se comienza a preparar y adornar los arcos con flores amarillas, después se colocan las naranjas, limas y limones, amarrados de su tallo, formando manojos, todas colgando de los lados y el frente, también se le cuelgan plátanos, pan, al fondo del altar se ponen imágenes religiosas de los santos.
Entre los indígenas de Tataltepec se acostumbra que los hombres construyan los arcos y los altares de cada casa; al terminar se les obsequia tepache, mezcal o aguardiente. Anteriormente, los ahijados tenían por costumbre de ayudar con los adornos del altar y adornar el arco de sus padrinos.
Estos arcos van del suelo al techo y tiene de uno a dos metros de ancho. Se preparan con otates (pariente del bambú), que es un árbol que en estos días florea. Además, los abuelos acostumbran utilizar las varas de “cacalotillo” y es muy flexible, posteriormente se cubre la estructura con flores de itacuan, (cempasúchil) y cresta de gallo, (mano de león) que es envuelto con la hoja de plátano que son amarrados hábilmente con hiacuas amarrillas, de preferencia la que se extrae de la planta de itayata.
Se dice que la hoja del plátano ayuda a mantener a las flores por más tiempo en su estado natural.
También se colocan algunas imágenes religiosas, como una virgen, una cruz y algunos santos. El elemento fundamental de los arcos del altar son las flores de cempasúchil. En el piso, frente al altar se pone un copalero que sahuma dicho altar, se le prenden velas de olor penetrante que invaden el aire, le dan un olor más místico, más pagano o misterioso haciéndonos creer que realmente los muertos pueden venir.
Ya en la noche, los altares se llenan de velas, los cirios o las veladoras son encendidas en espera del ser querido que vendrá a visitarnos. Las velas deben encenderse toda la noche, para que las almas de los difuntos tengan luz en su camino y así fácilmente lleguen adonde los esperan, las puertas deben estar abiertas.
Algunas personas colocan cañas y plantas de plátano en las esquinas de la mesa del altar. Bajo el arco se dispone el altar, que se cubre con un mantel nuevo bordado para esta ocasión con alguna imagen religiosa. Anteriormente, por la falta de muebles, los indígenas chatinos elaboraban un “tapesco” (mueble), con “cañizos” (tallo de la planta del maíz) que se utilizaba como mesa para el altar, que eran colgados y amarrados con el techo, esto para que las ofrendas no fueran alcanzados por los animales domésticos como el perro.
Hablando del día de adornar, los topiles levantan los arcos correspondientes al municipio y en las casas de los principales, por ejemplo, el domicilio del presidente municipal y el síndico.
Al mismo tiempo los mayordomos se encargan de la elaboración del altar del Mayordomo Grande y el Fiscal (máxima autoridad tradicional).
Al concluir la jornada de la construcción de los arcos de la iglesia y el municipio, los sacristanes tocan las campanas y queman los cohetes como señal de que los arcos quedaron listos. En este día algunas personas visitan el camposanto para llevar flores y ofrendas a los moritos.
El presidente municipal debe seguir los usos y costumbres de la región, ya que es elemento activo de las celebraciones. Durante la mañana del 31 de octubre se elabora el toro de petate, éste es utilizado para pedir ofrenda para el altar mayor ubicado en la casa del Mayordomo Mayor (existen 20), el toro irá siempre acompañado por el tejorón que danza con él y es el encargado de pedir la ofrenda.
Antes se acostumbraba acompañar al toro con los vaqueros, danzantes que lo golpean con una espada de madera y le recitan versos al mismo tiempo, en la actualidad se practica muy poco. El mismo 31 en la mañana, el consejo de ancianos, conformado por sacristanes, músicos tradicionales y mayordomos, van al panteón viejo para traer en procesión a las ánimas de los difuntos menores.
El humo de copal es parte fundamental de esta fiesta; por lo tanto no deben faltar en los altares. En este día, sobre un candelero se encienden velas delgadas y pequeñas para los “angelitos” o difuntos niños, porque se cree que éstos no tienen la fuerza suficiente para cargar las velas grandes.
En algunos hogares (sobretodo hogares mestizos) se encienden veladoras en los altares porque “no humean el techo”. Durante todo el día se encienden las velas sobre el candelero, se quema el copal y se coloca un “cántaro” (recipiente de barro) con agua, que por cierto debe ser limpia y tapada con una jícara, hasta que termine las celebraciones, que concluye varios días después.
El día 1 de noviembre se puede aprovechar para visitar los altares de las casas, será un gran premio si logran observar uno que sea colgante o que utilice arcones de madera delgada como base, ambos son los más tradicionales, pero a punto de desaparecer por cuestiones prácticas, al aparecer la mesa sólo se coloca como base y no se batalla tanto en la elaboración.
Este día por la mañana, se sirve el desayuno de los niños, antes de que sus almas regresen al lugar que pertenecen. Entre los alimentos que se colocan están el pan, atole, chocolate, tamales y frutas. Al medio día la mesa se adorna con flores amarillas con las que se indica la llegada de los difuntos adultos; se colocan candelabros negros con velas grandes, agua y sal; más tarde se ofrendan frutas, pan, conservas y tamales.
También a los difuntos grandes se les recibe con cohetes. La comida consiste principalmente en tamales de marrano, camarones, guajolote, armadillo, iguana, jabalí, tejón y venado; últimamente y por la prohibición de la caza de animales silvestre se ha optado por los tamales de camarón y pescado que se condimenta con una gran cantidad de chile, manteca de cerdo y poco tomate. Este platillo se acompaña con alguna bebida que fuera del agrado del difunto como el mezcal, tepache de piña o maíz, aguardiente y varias hojas de tabaco.
El 2 de noviembre a las 4:00 horas se hace el víacrucis acompañado de cohetes y música de tambor y carrizo, después del rosario se van por las ánimas de los muertos mayores al campo santo nuevo y de igual manera se las traen en procesión; luego se da el último rosario y un doble saludo que lleva una formación diferente a las anteriores.
Esa misma noche se efectúa el santo pelón, cruz adornada con flor de itacúan, que es acompañada por jóvenes de la comunidad (corriendo) para visitar cada casa y pedir más ofrenda para el altar mayor, en esta oportunidad también debe entregarse una vela. Dicha colecta dura toda la noche y algunas veces hasta la mañana del día siguiente.
Entre el 2 y 3 de noviembre se visitan los ahijados a los padrinos, oportunidad para estrechar los lazos sociales del grupo, la visita va acompañada de ofrenda para el altar de cada casa visitada. Para finalizar esta celebración el día 4 de noviembre en la mañana se llevan todos los arcos de la iglesia y de los edificios públicos al cementerio nuevo en procesión, única ocasión en que todo el pueblo se une para tal efecto, todo esto con intención de llevar de regreso a las ánimas a su morada. Luego hay un convite en la casa del Mayordomo Mayor.
Existe una octava, sin embargo, está en franco proceso de aculturización, antes era acompañada de tejoroneros y música de violín, sin embargo, ahora son grupos de jóvenes con grabadoras por las calles.
Para los indígenas, no importa si los gastos han sido altos y la actividad agotadora, sólo importa el gusto y la felicidad de haber cumplido con sus muertos. Y como dicen los chatinos, “Al fin, es sólo una vez al año”.
Para los chatinos de Tataltepec, el sonido del tambor y la flauta, despierta los espíritus de los muertos, de la misma forma alerta de la llegada de Todos Santos, de tal forma inicia a partir de varios días antes.
El altar
Entre los indígenas de Tataltepec se acostumbra que los hombres construyan los arcos y los altares de cada casa; al terminar se les obsequia tepache, mezcal o aguardiente. Anteriormente, los ahijados tenían por costumbre de ayudar con los adornos del altar y adornar el arco de sus padrinos.
Sabías qué
Las velas deben encenderse toda la noche, para que las almas de los difuntos tengan luz en su camino y así fácilmente lleguen adonde los esperan, las puertas deben estar abiertas.
La ofrenda
La comida consiste principalmente en tamales de marrano, camarones, guajolote, armadillo, iguana, jabalí, tejón y venado; últimamente y por la prohibición de la caza de animales silvestre se ha optado por los tamales de camarón y pescado que se condimenta con una gran cantidad de chile, manteca de cerdo y poco tomate.