Oaxaca, Oax.- Un mes después de escucharse la primera misa -25 de noviembre de 1521 – en este Valle de Antequera, hoy Oaxaca de Juárez, se celebró la primera misa de la Natividad.
TAMBIEN TE PUEDE INTERESAR
Estaba en construcción la primera ermita, edificada sobre el Cú a Huitzilopochtli, en el antiguo asentamiento Mexica en 1486. El edificio lo trazaron primero los zapotecas, luego mexicas y por último los españoles; el Cú edificado por la guarnición que llamó a lo que era Luhulaa – Huaxyacac- era gobernada por Tlacalael, quien perdió su casa al arrebatársela Hernán Cortés, para construir la propia que nunca ocupó, propiedad ubicada hoy en día en la esquina de Miguel Cabrera y Aldama, sí, después en tiempos de Fiallo, fue la alhóndiga y alojó al quinto portal, que después fue demolido en 1932.
Pues bien, así fue la primera cena de esos Hidalgos sin fortuna, de esos soldados sin patria y con deseos de salir de pobres. Habiendo salido 30 “de a caballo” y 80 “de a pie”, el 30 de octubre de Coyoacán, (120 leguas recorrieron) al mando del primo de Cortés, el Capitán Artillero Francisco de Orozco y Monroy, quien trajo como Capellán al Clérigo Juan Díaz, que era de ánimo y de buen espíritu, así lo describe Burgoa (1601-1681); él ofició la misa a la orilla del Atoyac, en su margen derecho y como era una zona muy motaraz, la ofició bajo un Huaje, fue cuando se escuchó por primera vez la música pentafónica y los salmos 126 y 127 y exactamente un mes después se convirtió en la ermita de Santa Catarina, el 22 de enero de 1522 y posteriormente, el templo de San Juan de Dios, ahí fue donde celebraron por primera vez con vigilia, la Natividad.
Hace ya 495 años del primer festejo navideño y todo cambió a partir de ese momento, ya no sería la ciudad Nuhundua en Mixteco, o Huac Huim para los Mixes; los chinantecos le llamaban Nicuhui, los mazatecos, Naxhintze; los cuicatecos le daban el nombre de Nahanduva (clarín de madera) y los chochos, Cunchaa (cabeza de autoridad).
Los mexicas mientras tanto, se unían con los avecindados desde 1486 y formaban los pueblos del Marquesado, San Martín Mexicapan, Santo Tomás Xochimilco, San Juan Chapultepec; al regresar 120 españoles de Tututepec, fundaron la otra ciudad española -Tepeaca- entre ellos se contaban a Juan Nuño del Mercado y Francisco de las Casas. Que hasta hoy, dan nombre a las calles de Oaxaca, años después se fundó el pueblo de Jalatlaco.
En esta primera celebración los españoles debieron sentir una profunda melancolía, no se oyeron los villancicos, los crótalos, ni los panderos, sólo los ecos de un caracol y la admiración que causó a los naturales que esos fieros guerreros, se hincaran, rezaran y se santiguaran para la cena.
El evangelio llegó a Mesoamérica, después de la llegada de la Nueva España, con las primeras ordenes mendicantes, primero los franciscanos, luego los dominicos y después los agustinos, estos últimos descubrieron que los indígenas celebraban con cantos y luces el Nacimiento del Sol, en el solsticio de invierno, esto es entre el 20 y el 23 de diciembre. De ahí la idea de comparar a Cristo con el Sol y enseñar que Jesucristo es el verdadero Sol y la justicia.
Luego vino la evangelización, llegó el clero regular y el secular con el obispo Juan López de Zárate, enseñaron a rezar a los indígenas y nacieron y se multiplicaron los mestizos; si bien la vigilia se conservó por siglos, llegaron las posadas, que tienen su origen y mexicanidad en la solicitud que hizo Fray Diego de Sorio, prior del convento de San Agustín de Acolman, quien obtuvo del Sumo Pontífice Sixto V, una bula para celebrar en la nueva España unas misas, a las que se les llamó “de aguinaldo” y que tenían que celebrarse del 16 al 24 de diciembre de cada año.
Esta bula del 5 de agosto de 1586, concedía indulgencia plenaria y “remisión de todos sus pecados”, a los que hicieran vigilia, comulgaban y asistieran a las celebraciones durante todo el novenario. Se llevaba a cabo en los atrios de los templos a la “hora que amanece” y “como la hora es tan alegre, la devoción tan grande y tanta la solemnidad con que se cantan, fue grande la presencia de los fieles y el aplauso con que se recibieron”.
En estas misas de aguinaldo, se intercalaban pasajes y escenas de la Navidad y terminaban con “piñatas”, éstas eran un atractivo, un símbolo muy fuerte para la enseñanza del evangelio, sintetizaba la lucha que debía sostenerse, valiéndose de la fe, “para destruir las malas pasiones”.
La olla adornada con vistosidad y colorido, representaba al demonio; los 7 picos, eran los 7 pecados capitales; la fruta, dulces y colación los placeres de la vida y esa venda que se coloca en los ojos es la fe, que debe ser ciega para aniquilar al espíritu del mal.
Todas las tradiciones pasaron con el tiempo a ser costumbres religiosas domésticas y de barrio, con lo que adquirieron más popularidad.
Así unidas calendas y posadas llegaron a nuestros días. Las primeras calendas llegaron a Oaxaca con los dominicos (28 de agosto de 1528) la evangelización hizo uso de estos cuadros plásticos (grandes lienzos en los que estaba vigorosamente descrita una síntesis rudimentaria del dogma católico).
Burgoa nos dice en su palestra historial: “Llevaba consigo el siervo de Dios”, (refiriéndose a Fray Gonzalo Lucero). Otro elemento son las marmotas, globos de 3 metros de diámetro hechas de carrizos, al centro llevan un palo de madera como de 6 metros de largo y forrado de manta, se forman gajos en los que los misioneros pintaban pasajes principales del antiguo y nuevo testamento, con cirios se alumbraba el interior.
La cena de la natividad
En la plaza, el 23 de diciembre se conseguía todo lo necesario, pescado traído para su venta en petate escarchado de sal, podía ser lisa, la hueva, el topote y en especial el “bobo”, pescado de agua dulce que traían los serranos y mixes.
Se dice que el “bobo” fue el pescado que más se consumía, acompañado de una ensalada de lechuga orejona y rábanos, con aderezo de vinagre y azúcar, se preparaba como guiso este “bobo”, ya sea asado, en empanada, también en leche, en Nogada, en mostaza, etc.
El postre es tan amplio que se haría un recetario al mencionar la gran variedad: alfajores, torta de ángeles, suspiros de la madre celestina, bocado real, rosquillas de yemas, hojaldres, miga episcopal, leche de cuatro colores, panal de rosa, panza de vieja, leches nevadas, leche empedrada, manjar blanco, cola de machín (era una cajeta endulzada con piloncillo y aderezada con canela), cuetes nacionales, huevos moles, soletas, torrejas y las innumerables “frutas de sartén”, sin faltar el marquesote, el ante que era el postre de las grandes ocasiones (bañado de miel y rociado de licor)
De los dulces regionales como son las tortitas de coco o nochebuena, los turrones de obleas rojas, los carlitos, tortillas de huevo, tintas (parecidos a las tortitas de coco, cubiertos de cocadas y espolvoreados de azúcar roja), en el Oaxaca virreinal fueron muy populares, actualmente sólo se encuentran en Tlaxiaco y Juxtlahuaca y nuestros tradiciones buñuelos en platos, que al terminar se rompen con el mayor júbilo (los platos se rompen a partir de la epidemia del cólera morbus de 1833 que azotó a Oaxaca). Esta explicación se encuentra en las ordenanzas municipales y se hacía para evitar el contagio.
“Los platos se desperdician en docenas para botarlos como galantería”, comenta un periódico de 1873 (algunas buñueleras recomiendan y aconsejan simpáticamente que se siga esta costumbre, porque “trae buena suerte”).
Condiciones
Diciembre resulta ser el mes de mayor actividad con la Virgen de Juquila y San Juanito, el 12 con la Virgen de Guadalupe, el 16 con las posadas que hacían en novenario y el 23 con la noche de rábanos.
El niño dios en la historia
El Niño Dios es el personaje principal de las posadas, del nacimiento y de los conventos; en Oaxaca se recuerda al niño de Sor Jacinta, una monja con una historia interesante; nació en Puebla y a los 15 años le aconsejó un niño que saliera y se refugiara en el convento de Santa Catalina, que se fundado en 1571 y en el cual llegaron a profesar más de 400 religiosas, distinguiéndose entre todas ellas Sor Jacinta.
A ella se atribuyeron varios milagros, como el que se comenta que estando todo el convento enfermo, la monja bañó al “Niño” y al beber de esa agua, se curó ella y todas las enfermas; al “Niño” se le empezó a llamar “Niño de la Cajuelita”, por una cajita de rapé que le puso Sor Jacinta para que jugara.
Al fallecer Sor Jacinta, sus retratos (dos pinturas al óleo, una como novicia y otra como profesa) fueron indispensables en los hogares en los que se daba a luz; sus restos se colocaron en la capilla, pero fueron sacados y llevados al templo de Santo Domingo en donde descansan; el Niño Dios está bajo la custodia y el cuidado de los Dominicos en su convento.
El otro Niño Dios es el que llegó al convento de Santa María de los Ángeles, – las capuchinas indias- se le conoce como “El Fundador”- y estuvo desde la bendición y fundación, febrero de 1782; fue traído de México, se dice: un Santo Niño de talla perfecta y de sobresaliente belleza, al que se veneró en dicho convento, hasta que salieron de él y lo cuidó la madre Asunción, última sobreviviente que vivió y murió en la casa que está enfrente al templo de la compañía, sobre la calle de Trujano. A su muerte, regresó al templo de los Siete Príncipes, donde se le venera como una imagen taumaturga.
El “Niño de Nundiche” es otro Niño Dios que es venerado en la pequeña población de Santiago Nundiche, del distrito de Tlaxiaco; en enero, el pueblo se transforma llenándose el pequeño templo, de visitantes.
La historia cuenta que un niño jugaba en el interior del templo de Tlaxiaco, que está bajo la advocación de la Virgen de la Asunción, el sacerdote al oír el ruido que hacia el pequeño, lo regañaba, por lo que el niño, no se volvió a ver, hasta que el sacerdote fue llamado para un servicio en Nundiche, al llegar al templo vio que en el altar estaba un niño al que la gente del lugar le rendía culto, al acercarse y ver la cara del niño, con asombro reconoció que era el mismo, que varias veces había regañado.
Oaxaca, Oaxaca, a 25 de noviembre de 2016.Jorge A. Bueno Sánchez,Cronista de la Ciudad de Oaxaca.
19 de mayo del 2025