Por CARLOS MOTA
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Davos.– De todos los atributos que caracterizan a las sociedades del mundo actual quizá los dos que mejor describen la realidad al inicio de 2017 son la “frustración y el descontento”, tal como lo consignó el Foro Económico Mundial cuando liberó el documento que enmarca la agenda de su reunión anual en esta ciudad. Por ello Klaus Schwab, su fundador, afirma que vivimos bajo la amenaza de “un mundo ensimismado y menos colaborador”. Este es el Davos de la incógnita, el estupor y la incredulidad. Es el Davos que no imaginamos: donde palabras como ‘populismo’ o ‘proteccionismo’ aparecen en una y otra conversación; o donde China aparece en el escenario —que antes dominaban Bill Clinton, Tony Blair o Christine Lagarde—, para rescatar al mundo de la amenaza de Donald Trump. Es el Davos en el que, mientras creíamos ingenuamente que vendríamos a discutir el ritmo de la Cuarta Revolución Industrial, llegamos para, en su lugar, tratar de dilucidar cómo apuntalar las “normas, políticas e instituciones que colectivamente” sostuvieron al sistema social en el siglo XX.
El WEF identificó como la tendencia número uno que marcará el desarrollo del mundo a partir de este año al “Crecimiento del ingreso y la disparidad de la riqueza”. Al respecto, su Reporte de Riesgos Globales 2017, liberado hace unos días, señala:
“A pesar de haber alcanzado niveles sin precedentes de paz y prosperidad, en muchos países existe un sentimiento de descontento económico que ha contribuido a la proliferación de políticas populistas, anti sistémicas, y de un sentimiento anti globalización. La frágil recuperación económica tras la crisis financiera global es responsable en parte de esta circunstancia; sin embargo, apuntalar únicamente el crecimiento económico no remediará las profundas fracturas que existen en la economía política. Por ello, serán necesarias reformas fundamentales al capitalismo de mercado para contrarrestar la aparente falta de solidaridad entre los individuos que tienen mayores ingresos y quienes se encuentran en la base de la pirámide”.
Es cierto el diagnóstico del WEF. Tanto, que por eso la delegación mexicana es tan raquítica este año: porque esta semana aparenta ser la última de la colaboración estrecha que México tuvo con Estados Unidos durante toda una generación. Es tanto el luto nacional ante el destino funesto que parece acecharnos, que millones de mexicanos atestiguarán esta semana en tiempo real el conteo de los minutos que restan de aquí al viernes.
Este es el mundo en 2017: adverso, complejo, bañado de nacionalismos. Entre tanto, surge la pregunta: ¿Quién triunfa en Davos 2017? La respuesta es China, cuyo presidente Xi Jinping tendrá hoy aquí la mesa puesta.