Por ENRIQUE QUINTANA
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Así de preciso y contundente fue el secretario de Economía, Ildefonso Guajardo, cuando explicó, la noche del miércoles, en qué estamos en materia de las negociaciones comerciales con EU.No es capricho. Se trata de cómo negociar.
Si se acepta que los interlocutores partan de la premisa de que el TLCAN ha perjudicado a Estados Unidos y que requiere modificarse para que ya no lo siga haciendo, es como si se empezara un partido de futbol con varios goles en contra.
Implicaría que la agenda de la negociación consiste en la definición de los temas que “ya no van a perjudicar a Estados Unidos”, lo cual es completamente inaceptable.
México, también se sabe, no aceptará sentarse a negociar el TLCAN si por fuera de las conversaciones el gobierno de Estados Unidos propone la inclusión del border adjustment tax.
Pero, eso no lo sabremos de inmediato. Tal vez falten varias semanas o incluso algunos meses. Hay indicios de que la próxima semana el gobierno de Estados Unidos finalmente enviará al Congreso la notificación formal de que pretende renegociar el TLCAN.
A partir de dicha notificación, habrá un plazo de 90 días para que los comités involucrados discutan y hagan las propuestas que les parezcan pertinentes.
Al término de ese plazo y en un lapso no mayor de un mes, deberán establecerse los objetivos de la negociación.
Es decir, las cosas van a estar más claras hacia julio o en el peor de los casos en los primeros días de agosto.
Será a partir de entonces que empezará formalmente la negociación.
Si en esa definición de objetivos no se hace explícito que el propósito es la modernización del TLCAN, para permitir que la región de Norteamérica mejore su competitividad global, con ventajas para todos los integrantes del acuerdo comercial, tal vez México decidiera no seguir.
¿En qué condiciones México sí seguiría? Si se definen temas acotados, cuya discusión pueda implicar una negociación racional, como por ejemplo la modificación de las reglas de origen.
Desde que se aprobó el Tratado, ya en varias ocasiones se han modificado reglas de origen para sectores específicos. No es algo nuevo.
Igualmente, se valdría agregar todo lo que se negoció en el marco del TPP. También México estaría en disposición de hablar de temas ambientales y laborales.
Pero, además, México tiene otra palanca en la negociación.
Si el gobierno de Trump decide que ya no le interesa la negociación comercial, México puede decir que, por nuestra parte, ya tampoco nos interesan mucho los asuntos vinculados con la cooperación en materia de seguridad, que finalmente es una preocupación mayormente de EU.
Como le he comentado insistentemente, cuando se ponen sobre la mesa los hechos objetivos, quienes deberían estar preocupados por el futuro del TLCAN y su impacto son los funcionarios norteamericanos y muchos empresarios y trabajadores de aquel país.
El débil ahora es Trump. Es el que está bajo fuego y cada vez con menos apoyo.
México está hoy en las mejores condiciones para negociar, prácticamente desde que Trump ganó la elección.