Por ENRIQUE QUINTANA
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Uno de los temas que estarán presentes en la agenda pública en los próximos meses será la observación que hagan las calificadoras respecto al desempeño de las finanzas públicas.Los datos disponibles hasta febrero muestran que la evolución que han tenido es positiva.
Para los primeros dos meses del año, estaba calendarizado un gasto neto total de 807 mil 330 millones de pesos.
Los reportes de finanzas públicas indican que los desembolsos fueron de 797 mil 952 millones de pesos, lo que implica cerca de 10 mil millones de pesos menos.
En contraste, en el caso de las entradas de recursos, los ingresos presupuestales en el primer bimestre del año fueron de 759 mil 130 millones de pesos contra una previsión de 711 mil 800 millones de pesos.
Es decir, en materia de ingresos, hay un adelanto de 47 mil millones respecto a los estimados de la SHCP.
El resultado es que en los primeros dos meses de 2017 se acumuló un superávit primario de 39 mil 683 millones de pesos en las finanzas públicas, que contrasta con el déficit primario por 17 mil 348 millones de pesos del mismo periodo de 2016.
Y todo esto antes de haber recibido 321 mil millones de pesos como producto de los remanentes de operación del Banco de México.
Pese a ese desempeño, hay quienes consideran que es casi inevitable que al menos alguna de las calificadoras baje la nota de la deuda mexicana antes de que termine este año.
En entrevista con Bloomberg, en el marco del capítulo latinoamericano del Foro Económico Mundial celebrado en Buenos Aires la semana pasada, el exsecretario de Hacienda y exgobernador de Banxico, Guillermo Ortiz, señaló que el mercado ya ha descontado la posibilidad de que al menos una de las calificadoras baje la nota de la deuda mexicana.
Pero es importante lo que dice Ortiz respecto al impacto que tendría esta baja: “México está tres escalones arriba del grado de inversión. Bajar uno no tiene tanta relevancia”.
El grado de inversión corresponde a todas las notas que se encuentran en BBB o por arriba en el caso de S&P y de Baa3 en el caso de Moody’s, por citar los casos de las dos calificadoras más antiguas.
Los bonos de deuda que tienen el grado de inversión se incluyen en diversos portafolios de fondos de todo el mundo. En caso de perderlo, muchos de los inversionistas excluirían al papel mexicano, lo que implicaría un aumento muy sensible de los costos de la deuda para gobierno, empresas y aún para las personas.
Las calificaciones de la deuda soberana de México son de BBB+ en el caso de S&P y de A3 en el caso de Moody’s.
En el caso de Moody’s, tendría que bajar tres escalones de la calificación para perder el grado de inversión, y ser calificada Ba1.
En el caso de S&P, tendría que bajar dos escalones para que la deuda soberana de México perdiera el grado de inversión, al pasar a BB+.
Aunque el efecto práctico de una reducción de la calificación en un escalón sería limitado, habría un efecto simbólico relevante.
Por esa razón, es muy importante que la trayectoria de las finanzas públicas vaya en línea con lo ofrecido para conjurar este riesgo.
Regresaremos al tema próximamente.