Santa Rita Tlahuapan, Pue.- Un año después de que un grupo de ejidatarios puso en marcha un Santuario de Luciérnagas en el ejido del mismo nombre, hoy la población de insectos asciende a miles y pretende ser un polo de turismo nacional y extranjero y también, una fuente de desarrollo económico para sus pobladores.
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A través de Programa Nacional Forestal (Pronafor), la Comisión Nacional Forestal (Conafor) ha invertido en el ejido 5.1 millones de pesos desde 2013 para realizar caminos forestales, lograr certificaciones forestales, formar comités de vigilancia participativa, pago de servicios forestales y restauración forestal, entre otros.
Sin embargo, no fue sino hasta 2016 cuando los ejidatarios que tienen la posesión de mil 564 hectáreas de bosque, se dieron cuenta del potencial que tenía el avistamiento de luciérnagas e iniciaron con el proyecto que requirió de un millón de pesos de inversión propia, comentó Marcelino Ventura Castillo, presidente del Comisariado Ejidal.
El proyecto ecoturístico tuvo algunas complicaciones en un inicio, ya que no todos estaban dispuestos a invertir recursos financieros porque consideraban que era un gasto, dijo, pero en el primer año lograron atraer 3 mil 500 visitantes, y con ello, recuperar el 50 por ciento de la inversión inicial.
Hoy los 390 socios tienen altas expectativas porque piensan formalizar un restaurante y dar más empleo, sobre todo, a jóvenes universitarios como Alexis Aguilar, estudiante de la Facultad de Filosofía y Letras de la BUAP y habitante del municipio, quien ahora es encargado de investigar a las especies de luciérnagas que se encuentran en la región del Izta-Popo y que viven en el nuevo santuario que será competencia para el ubicado en Nanacamilpa, Tlaxcala.
A 2 mil 600 metros sobre el nivel del mar en bosques de oyameles y pinos fundamentalmente viven las luciérnagas. El titular del Consejo de Vigilancia, Norberto Juan Sánchez Cortés, informó que cuatro especies de insectos predominan en el Izta-Popo, favorecidas por los bosques, y se diferencian por su forma y color.
Aún se desconocen a detalle las características y los nombres científicos de los inquilinos del bosque, y sobre todo de los que habitan en las 300 hectáreas que están abiertas al público, reveló Ventura, por eso se realizan los estudios pertinentes, para conócelos.
El recorrido tiene una duración de alrededor de 45 minutos y a las 21:00 horas del día es el tiempo predilecto para el avistamiento, que se realiza sin un rayo de luz artificial y por senderos determinados para evitar que alguna luciérnaga sea aplastada, ya que una sola puede tener hasta 150 huevecillos que son adultos en la siguiente temporada, de acuerdo con la explicación de los guías.
La vida de uno de estos insectos es de alrededor de dos años y la hembra incuba huevos por alrededor de un mes, enterrados en la tierra, aunque a veces puede matar al macho para incubarlos dentro de su cuerpo, luego de eso son larvas por cerca de nueve meses para convertirse en pupas por 20 días y después emerger como adultos.
La luz que emiten es un ritual de cortejo, así las hembras, que vuelan en zonas más bajas, atraen a los machos, que están en zonas altas, para lograr aparearse.
En el ejido se Santa Rita Tlahuapan la temporada de avistamiento de luciérnagas empezó desde este viernes y durará dos meses más. La entrada por persona cuesta 150 pesos.
Alrededor de estos insectos se han formado un sinfín de historias que los guías de turistas comparten durante el luminoso recorrido que parece sacado de un cuento.
Carlos Arreortua, ingeniero de la Conafor en el estado, ha sido el encargado de ofrecer asesoramiento para que los recursos financieros lleguen al bosque que pertenece al municipio.
No obstante, el comisario ejidal destacó que es fundamental llevar a cabo mucha más inversión porque la región Izta-Popo ofrece servicios, de los cuales no solo se benefician los habitantes sino toda la ciudad y muchas empresas con el agua que es retenida por los árboles.
Aún con recursos propios, dijo, fue difícil detener la tala clandestina y no fue sino con el nacimiento del Santuario de Luciérnagas como cesó en una zona porque se puso una pluma en el único camino que sube al bosque donde habitan los insectos y se implementó vigilancia.
Los ejidatarios pagan a los trabajadores del bosque hasta 150 pesos por jornada, pero a través de recursos federales solo es posible cubrir el 46 por ciento de ese salario y lo demás sale del ejido. Agregó que han tenido pláticas con personal del Gobierno del Estado, encargado en materia de medio ambiente, y han presentado un proyecto que consiste en que cada peso que se recaude de las verificaciones vehiculares se regrese al bosque. Confían tener una respuesta positiva porque de esa montaña toda la capital del estado se beneficia.