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RESISTEN AL TIEMPO, SON EL ÚLTIMO ESLABÓN DE LOS CECINEROS DE ATLIXCO


Redactado por: adriana bravo
julio 29, 2017 , a las 5:00 am

Atlixco, Pue.- Con la Feria de la Cecina, más de 25 familias dedicadas a esta actividad esperan vender entre 50  y 90 kilos de carne durante los tres últimos días de este mes de julio.

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 Los ingresos económicos de este evento serán un verdadero empujón para el negocio en la segunda parte del año, sobre todo porque las ventas en los últimos tiempos descendieron más del 45 por ciento.

Probablemente dicho panorama obligó a los Ríos Velázquez, una de esas 25 familias, a no continuar con la tradición de más de 120 años.

En efecto, Soledad y Teresa Ríos Velázquez, junto a su hermano Armando, atenderán el llamado anual. Pero detrás de ese puesto, ese mandil y cofia blancos; de esos cuchillos y esas piezas de cecina, probablemente está el último eslabón de una de las muchas cadenas capaces de soportar este negocio.

Hasta seis son las familias del linaje dorado en la producción de cecina en Atlixco: los Otero, los Jiménez, los Parra, los Carranza y los Ríos.

LA ALCURNIA

A finales del siglo pasado, Ezequiel y Antonio Ríos ya habían logrado colocarse como uno de los referentes en la generación de cecina en Atlixco.

Durante más de 30 años forjaron, con jornadas diarias de más de diez horas, un respeto y una escuela de tablajeros.

Ventas semanales de más de 250 kilos de cecina en el entonces incipiente mercado Benito Juárez, la adquisición de tres puestos y la aceptación de la mayoría de los negocios gastronómicos fueron la mesa puesta para la segunda generación de cecineros.

Uno de los herederos, Sadot Ríos -cabeza de la familia Ríos Velázquez al casarse con Josefina-, en la década de los 70, al dividirse el patrimonio y la tradición de los padres, tomó su rumbo.

Junto a sus nueve hijos, marcó la pauta hasta mediados de los 90. No al mismo ritmo. No con las mismas ganancias. Pero sí con un negocio próspero.

Murió Sadot, y seis de hijos intentaron por más de dos décadas hacer sobrevivir la producción de carne. Y este viernes nada más tres, la mitad de quienes comenzaron, recibirán a los clientes en la feria de la cecinas.

Teresa, Soledad y Armando son, sin duda, el último eslabón. Los más de diez nietos de Sadot y Josefina (profesionistas, comerciantes y hasta migrantes) dejarán el proceso.

Nadie aprendió. Y así se escapa más de un siglo de vivir, oler y vender cecina.