Por ENRIQUE QUINTANA
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En enero, días después de que Donald Trump llegara a la Casa Blanca, el panorama económico de México para 2017 se veía entre gris y negro.La encuesta realizada entonces por el Banco de México entre los expertos del sector privado indicaba que, en promedio, estimaban un crecimiento económico de 1.49 por ciento para el 2017 y un dólar para final del año de 21.70 pesos.
Esta semana se darán a conocer las nuevas cifras, que seguramente van a estimar un crecimiento de 2.0 por ciento o poco más, así como un dólar que probablemente ande por los 18.40 pesos o poco menos.
Ayer se dio a conocer un crecimiento del PIB –con datos desestacionalizados– de 3.0 por ciento en el segundo trimestre.
Pero, no son las únicas variables en las que se muestran cambios favorables. Por ejemplo, la misma encuesta estimaba hace cerca de un semestre que el déficit del sector público fuera del 2.7 por ciento del PIB al cierre de este año. Ahora, la previsión que presentó Hacienda en su Informe Trimestral indica un estimado de 1.4 por ciento en los Requerimientos Financieros del Sector Público al cierre del año.
De la misma manera, la previsión de empleo era conservadora hace seis meses. Se evaluaba que crearían 561 mil nuevos empleos formales al cierre de este año. A reserva de que esta misma semana se actualicen los datos a julio, en los primeros seis meses del año ya se habían generado 518 mil nuevos empleos formales. Es probable que apenas en julio ya se rebase la previsión anual que había en enero.
El cambio, tanto del entorno como de las expectativas económicas, ha sido realmente notable y ha derivado tanto de hechos externos a México como de una gestión acertada. Le detallo.
Por un lado, el gobierno de Trump, que mantuvo posiciones muy agresivas hacia nuestro país antes de tomar posesión, se ha enfrentado a problemas internos muy serios como el “Rusiagate”; el fracaso en el intento de echar abajo el Obamacare y una muy complicada perspectiva para hacer real una reducción de impuestos. Además, los pleitos internos en la Casa Blanca no han cesado, prácticamente desde enero.
Por otro lado, la perspectiva de alzas en las tasas de interés en EU se suavizó respecto a lo previsto al arrancar el año y el triunfo de Macron en Francia también redujo la aversión al riesgo a escala internacional. Favoreció también el comportamiento a la baja de los precios de las gasolinas que se usan como referencia en México.
Internamente, destaca una gestión de las finanzas públicas que ha permitido recuperar en un lapso sorprendentemente breve la confianza de las calificadoras e inversionistas, lo que se hizo manifiesto con la revisión de la perspectiva de la deuda mexicana por parte de S&P al pasarla de negativa a estable.
Los procesos de licitación de bloques de hidrocarburos, en el marco de la reforma energética, recibieron una respuesta por arriba de las previsiones y fueron un muy buen indicador de confianza de los inversionistas.
No puede dejar de mencionarse también en este cuadro el resultado de la elección en Edomex, que puso de manifiesto que AMLO no es invencible.
Claro que no todo es miel sobre hojuelas, como le he comentado reiteradamente. Hay riesgos que siguen vigentes, pero que por lo pronto se han acotado.
Regresaré a ellos próximamente.