Por ERIQUE QUINTANA
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Recuerde cómo estaban las cosas en enero. El dólar llegó a casi 22 pesos y al cierre del mes acumulaba una depreciación anual de 14 por ciento. Pero, considerando los niveles de abril de 2016, el dólar subía casi 28 por ciento.
A tasa anual, los precios de la gasolina Magna aumentaron en alrededor de 25 por ciento.
La suma de estas circunstancias generaba una amenaza real de una erupción inflacionaria.
El Banco de México reaccionó con fuerza y aumentó su tasa de interés, la cual pasó de 5.75 por ciento en diciembre de 2016 a 7.0 por ciento en la actualidad.
Los factores que detonaron el alza del dólar se estabilizaron.
A tasa anual, incluso con el alza de los últimos días, hay un abaratamiento del dólar en 2.4 por ciento.
Y con respecto a la gasolina, aunque a tasa anual exista un alza de 18 por ciento, a partir de enero hay un decrecimiento del precio de 3.6 por ciento.
Era imposible que tuviéramos las alzas del dólar y de las gasolinas, y que los precios al consumidor no resultaran afectados.
El incremento del índice inflacionario pasó de 3.36 por ciento anual en diciembre del año pasado a 6.44 por ciento al cierre de julio.
Y no resultaría extraño que todavía se incrementara ligeramente en agosto.
Pero, a pesar de ello, ya no es amenaza.
Un incremento de tres puntos porcentuales en la tasa fue relativamente moderado frente a las alzas en el tipo de cambio y en un insumo tan importante como las gasolinas.
Y lo más relevante es que se ve claramente que se está llegando al techo y se puede anticipar una trayectoria descendente en adelante.
La encuesta quincenal que realiza Citibanamex entre expertos arrojó una expectativa de 6.03 por ciento para el cierre de este año en el reporte que presentó esta semana, lo que quiere decir que se visualiza una trayectoria a la baja.
Para el final de 2018, se anticipa una inflación de 3.8 por ciento, que ya caerá dentro del rango del objetivo de Banxico.
Es cierto que Agustín Carstens dejará de ser gobernador del Banco de México en un momento en el que la inflación estará por arriba del objetivo del Banco Central: 3.0 más menos 1.0 por ciento.
Pero también que dejará encaminado su descenso.
Por esa razón, ayer, la Junta de Gobierno de Banxico decidió ya no aumentar más la tasa de interés, a pesar de la inflación alta de julio.
Lo que está viendo Banxico ahora ya es la película y no la fotografía. Y corriendo la película hacia delante, no se ven amenazas mayores.
No es imposible que tengamos episodios de especulación cambiaria, pero difícilmente veremos un alza desmedida y constante del valor del dólar.
Tampoco es factible que veamos otro jalón fuerte en los precios de las gasolinas, por lo menos en este año.
La inflación le pegó este año al poder adquisitivo de los salarios, el cual cayó ligeramente. Y con ello también afectó la dinámica del mercado interno. Sin embargo, si se acotan los incrementos de los precios, como todo parece indicar, para 2018 veremos cómo se recupera la trayectoria alcista en términos reales de los salarios,y bien podríamos llegar a la elección del próximo año nuevamente con un mercado interno con un crecimiento robusto.