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ALGO ESTÁ PODRIDO EN VERACRUZ


Redactado por: adriana bravo
mayo 18, 2016 , a las 1:05 am

Xalapa, Ver.- Un estado plagado de redes de narcotráfico y de policías al servicio del crimen organizado. “En cada municipio había un pequeño narcogobierno que dictaba las reglas del juego y decidía el destino” de la gente. Dominaba el estado el Cártel del Golfo, luego llegaron Los Zetas y para enfrentarlos acudieron los sicarios del Cártel Jalisco Nueva Generación,Los Matazetas, apoyados por el Cártel de Sinaloa.

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Esta proliferación de grupos delictivos funcionaba gracias a sus vínculos con la policía municipal, pero sobre todo a su labor de infiltración en las más altas estructuras del poder estatal. En menos de una década el estado se descompuso a niveles de escándalo. “Veracruz nunca había enfrentado una marejada de violencia de tal magnitud como la vivida recientemente”, afirma Ricardo Ravelo.

México es el país más peligroso para ejercer el periodismo en América, y Veracruz es el estado de México donde más riesgo corren los comunicadores por su profesión. El 30 de mayo de 1984, según Miguel Ángel Granados Chapa, se registró, con la muerte de Manuel Buendía, el primer asesinato de un periodista por asuntos relacionados con el narcotráfico. Ha corrido mucha agua bajo el puente desde entonces.

De 2006 a la fecha, según la PGR, se han registrado 103 asesinatos de periodistas. Con 16 comunicadores ejecutados, Chihuahua y Veracruz son los estados con el mayor número de casos. A los que se añaden los periodistas desaparecidos: 25 en la pasada década. En los últimos años, bajo el gobierno de Javier Duarte, en Veracruz se han registrado 14 homicidios de periodistas y 4 desapariciones. Los reporteros hacen su trabajo en un entorno dominado por las mafias, las redes criminales y los policías municipales coludidos con el crimen organizado. Huelga decir que ninguno de los 18 casos ha sido resuelto, y ni siquiera debidamente investigado.

Los crímenes proliferan por la impunidad rampante. Ahora con una nueva modalidad. Las autoridades, para no contabilizar esas muertes en el rubro de periodistas asesinados, concluyen que en realidad se trataba de muertes derivadas de enfrentamientos entre bandas rivales. Sólo tres de los 18 casos de periodistas asesinados y desaparecidos se investigan como crímenes relacionados con su profesión. ¿Existe esta liga entre comunicadores y narcotraficantes?

Lo expone Ricardo Ravelo en su último libro Ejecuciones de periodistas: los expedientes (Grijalbo, 2016). El título no lo dice pero se trata de periodistas asesinados en Veracruz. Ravelo tuvo acceso a los expedientes judiciales de las investigaciones. La constante en ellos es la de subestimar los casos por encontrarlos relacionados con querellas entre cárteles. Para Ravelo se trata de “una realidad dolorosa y complicada”: la evidencia de posibles vínculos de algunos periodistas con el crimen organizado, particularmente con Los Zetas.

Ravelo es claro en este punto: en los casos que él investigó no hay evidencia de “enriquecimiento ilícito, ya que todos los comunicadores vivían al día y sin ostentaciones”. Hasta la fecha la PGR no ha podido probar que los periodistas sostuvieran convenios con los criminales. No se sabe, dice Ravelo, si estos vínculos se establecieron de manera voluntaria “o fueron objeto de presiones que los obligaron a brindar algún tipo de servicio a las redes criminales”.

Ocurre en Tamaulipas y Sinaloa, y ahora en Veracruz: narcoestados como forma de gobierno. Lo primero que desapareció fue la prensa libre. A El Mañana de Nuevo Laredo le arrojaron granadas. Lo que se busca imponer es la autocensura. La sociedad pierde con el silencio de la prensa, con la impunidad en el caso de los crímenes contra periodistas. “No te estoy tomando parecer, amigo. Publica lo que se te pide. Es una orden. ¡Cumples o te mueres!”, decían los criminales a los periodistas. “Por la madrugada, antes del cierre de la edición, los narcos visitaban las redacciones de los diarios para saber qué se iba a publicar al día siguiente”.

El libro de Ravelo no sólo no lleva la palabra Veracruz en la portada, en su interior con claridad exculpa al gobernador Javier Duarte y a su gobierno de cualquier vínculo con las muertes y desapariciones de periodistas. “Objetivamente hay que decir que de los expedientes consultados no se desprende que algún funcionario del gobierno veracruzano esté implicado en estos lamentables crímenes”.

Objetivamente hay que decir, también, que varios periodistas de Veracruz han mostrado su repudio por la cercanía de Ravelo con el gobierno de Duarte, por haber exculpado al gobernador en su libro y por inculpar a sus colegas asesinados.