Por FRUMENCIO VERDUZCO
Oaxaca.- Literalmente, donde el diablo Flavio mete la cola provoca incendios. Veamos parte de su trayectoria.
En Amoltepec, un pueblo empobrecido en extremo, no toleran la presencia de Flavio.
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Hace unos meses, vecinos de Santiago Amoltepec estuvieron a punto de ser masacrados por vecinos de Yucutindoo. El 2 de enero pasado reconstruían su camino principal cuando los de este último pueblo los agredieron a balazos. Lo grave del asunto es que Flavio Sosa los incita a tomar las armas.
La acción irresponsable del demonio de Tasmania, dicen los de Amoltepec, pone en riesgo el acuerdo de paz en Amoltepec.
En enero pasado las autoridades de Amoltepec denunciaron que la intromisión del dirigente de Comuna, Flavio Sosa Villavicencio, en el conflicto agrario-social entre Santiago Amoltepec y San Mateo Yucutindó, pone en riesgo el acuerdo de paz en la zona. Si este “agitador” no saca las manos las hostilidades podrían recrudecerse. Así lo advirtió Máximo Jirón Hernández, presidente municipal de Amoltepec.
Veracruz.- Bajo la sombra de Flavino Ríos, Ricardo Orozco roza los límites del poder demencial. Pervierte al Itesco, corrompe alumnos, falsea excelencia, en sus manos la estructura escolar que transforma en estructura de campaña, desquiciado y rapaz.
Su otro yo es peor que el Ricardo Orozco Alor que sonríe en la propaganda oficial, invitando al voto por el PRI, con sus lastres y sus vicios, su lodo, como aquel que suele lanzar contra maestros y alumnos en uno de sus ranchos —“El Tabasqueño”— para medir, agraviando, quiénes están dispuestos a hacer lo que sea por él.
Se cuentan historias malas y se cuentan historias peores del cacique del Instituto Tecnológico de Coatzacoalcos, al que llegó como empleado, luego líder sindical, de su mano el último contrato colectivo, y luego el asalto a la dirección del plantel, para afinar ahí los mecanismos con los que esa institución actúa como un motor de voto, una maquinaria electoral.
De Minatitlán llegó Ricardo Orozco al Itesco y hoy lo usa para mover al estudiantado —unos 10 mil alumnos cautivos, unos cuantos rebeldes—, al que encomienda usar fundaciones, tocar puertas, pedir el voto, el número de credencial, convencer e imponer con tal de llegar a ser diputado federal por su tierra.
Por eso les digo… Y nos leemos hasta la próxima edición…