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ESPACIO DE OPINIÓN …


Redactado por: adriana bravo
agosto 15, 2018 , a las 5:02 am

Anaya, para Ripley

Por JAIME SÁNCHEZ SUSARREY

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Ricardo Anaya reapareció en el PAN 40 días después de su estruendosa derrota. Y contra todo pronóstico, en lugar de ser crucificado, fue recibido por los consejeros nacionales con una ovación de pie, coreando su nombre.

El propósito de la reunión del Consejo Nacional, según el propio Anaya, es efectuar una evaluación de los errores y aciertos de la campaña por la Presidencia de la República.

¿Cómo explicar, sin embargo, la eufórica recepción que se brindó al artífice de Por México al Frente, después de ser el responsable de la peor derrota del PAN en los últimos 25 años? ¿Fue un acto generoso, o la confirmación de que Anaya mantiene el control del Consejo Nacional panista?

Ambas cosas. Los consejeros tienen presente, sin duda alguna, la ofensiva de EPN contra su candidato. Pero la magnitud de la derrota del 1 de julio no se puede explicar por el embrollo de la PGR sobre el lavado de dinero –que, como era previsible, desapareció de la agenda y los medios concluida la contienda.

La verdad es que Ricardo Anaya se equivocó de pe a pa. Enumero a continuación la serie de errores que cometió y lo llevaron a la derrota:

1. Compró la idea del Frente y el gobierno de coalición como el medio para postularse. Pero, posteriormente, la hizo parte central de su campaña sobre la base de un sofisma: los gobiernos de coalición son una panacea. Falso. Están lejos de serlo. Son una posibilidad entre otras. Para entenderlo basta revisar las experiencias europeas, particularmente España, donde las dificultades para formar gobierno condujeron a un impasse, que permitió a los partidos minoritarios alcanzar un poder superior a su fuerza electoral.

2. Anaya fue incapaz de formular un programa claro y preciso. Con la misma ligereza que idealizó los gobiernos de coalición, adoptó la tesis del ingreso universal, que luego simplemente abandonó y archivó.

3. El Frente terminó siendo un campo minado. No se podía dar un paso o hacer una declaración por temor a lastimar a alguno de sus integrantes. Por eso la crítica de la “reforma fiscal” de EPN quedó fuera de la agenda. Incluirla habría levantado ampollas en el PRD, promotor de la misma.

4. Anaya abdicó su responsabilidad y liderazgo para someterse a una suerte de dirección colegiada que dictaba estrategias y consignas. Entre algunos de sus prominentes miembros campeaba un antipriismo rabioso. No les importaba perder la contienda en tanto la victoria de AMLO se tradujera en la derrota del PRI. La cuestión era que Peña Nieto no estaba en la boleta y que la losa sobre José Antonio Meade era tan pesada que imposibilitaba el despegue de su campaña. No había para qué concentrar las baterías sobre ellos. Al final, el intercambio de ataques PRI-PAN terminó pavimentándole el camino a López Obrador.

5. El mayor de los errores fue asumir que se podía y debía hacer una campaña de dos bandas: golpear sistemáticamente al PRI y Peña Nieto porque era rentable, es decir, porque de esa manera se le podría arrebatar la bandera antisistema a López Obrador. El cálculo fue absurdo: primero, por el capital político que AMLO había acumulado desde que arrancó su primera campaña por la Presidencia, como un opositor sistemático. Segundo, porque su ‘profecía’: Peña conducirá al país al despeñadero, terminó cumpliéndose.

6. Había, adicionalmente, un riesgo que vale subrayar. De haber ganado Anaya, ¿quiénes hubieran sido su jefe de gabinete, su secretario de Hacienda, de Exteriores, de Economía, de Seguridad? La respuesta es que habrían sido negociados en el interior del Frente y distribuidos por cuotas. De manera tal que el remedio contra el presidencialismo podría haber resultado igual o peor que la enfermedad.

La victoria arrolladora de AMLO exige contrapesos. El PRI está en capilla. El PRD, en terapia intensiva. Acción Nacional parece menos lastimado y con mayores posibilidades. Pero sólo si hace un examen radical y logra renovar sus formas de organización y dirección. Porque una ovación, como la que recibió Anaya, sólo se explica por consejeros alérgicos a la crítica y autocrítica. Ya se verá.