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RUMANÍA EN EL RELLANO


Redactado por: adriana bravo
julio 11, 2016 , a las 1:10 am

Bucarest, Rumania.- El tópico dice que si encuentras a un gallego en el rellano de una escalera, nunca sabes si sube o si baja. Algo así sucede con Rumanía, un país del sur de la Unión Europea a medio camino entre la tradición y la modernidad. La circunstancia gozosa de la asistencia a la boda del hijo de unos íntimos amigos en Bucarest, me ha deparado la oportunidad de conocer una nación bella y llena de contrastes. Si el progreso de un país se mide por el grado de mantenimiento de la cosa pública, podríamos colegir que todavía queda mucho trecho por andar para que Rumanía pueda ser comparable a una potencia media europea. Intentando ser ecuánimes habría que considerar primero, de donde vienen.

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Desde los pisos altos de la gigantesca mole del Hotel Intercontinental, se contempla la Plaza de la Universidad que fue escenario de las grandes manifestaciones de la revolución de 1989. Pintoresca, como lo es casi todo en Rumanía, en la revuelta hubo desde un sangriento desenlace, con el fusilamiento del dictador y su esposa tras la condena por genocidio televisada a todo el país, hasta una manifestación en que se repartieron gafas entre los manifestantes para que parecieran intelectuales. De esa época queda el gigantesco Parlamento, con un balcón destinado a que Ceaucescu le hablara a las multitudes y que curiosamente estrenó Michael Jackson, para congratularse de estar en…. ¡Budapest!

Todo es así. Bucarest tiene las avenidas más grandes, los parques más hermosos y la joya de sus iglesias ortodoxas. La gente es agradable y la comida muy barata, pero caminas por las aceras con el chasqueo de las losas partidas, esquivando los goterones de agua que caen de los aparatos de aire acondicionado. El transporte público es económico, pero los taxistas son una verdadera mafia que te cobran, no todos, lo que les viene en gana y si protestas te replican que para nosotros los españoles, lo que piden es nada. Han aprovechado bien las ayudas de la Unión Europea y han mejorado los aeropuertos y las carreteras, pero si te coge una tormenta en Transilvania, vas de cráneo literalmente. En la escalinata del Museo de Historia hay una estatua de Trajano desnudo, soportando en sus brazos una loba de los Dacios. Ahora podríamos cambiar al emperador por la Unión Europea. Se me olvidaba, si les gusta la cerveza, pruebe una sin filtrar en el Caru cu Bere y quedará prendado para siempre de Rumanía.