Santo Domingo Tehuantepec, Oax.- Como una extensión de sí mismas y de su personalidad, como distintivo de identidad comunitaria y blasón de su presencia, el traje de la mujer istmeña es un atuendo que, pese a las transformaciones, seguirá existiendo y marcando su propia pauta, lejos de los estándares de la moda occidental.
TAMBIEN TE PUEDE INTERESAR
Rosa Pineda Luna, quien por varios años ha enfocado su trabajo en la vestimenta de la región del Istmo de Tehuantepec, expresó que aun con las transformaciones, los trajes de las tehuanas son un elemento que forma parte de su vida diaria.
La exposición Almas bordadas, vestido y ornamento en el Istmo de Tehuantepec, que se inaugurará el sábado 6 de mayo en el Museo Textil de Oaxaca, a las 19:00 horas.
La especialista explicó que la muestra comprende trajes para el uso diario, aquellos llamados de media gala y otros más para eventos muy especiales, o de gala, a través de los cuales se conocerán las transformaciones de la vestimenta y su importancia en la vida de las mujeres que los portan.
Almas bordadas es una exposición que se realiza con la colaboración de la Casa de la Cultura de Juchitán, de la Escuela Libre de Arte y Diseño de Oaxaca, así como alumnos de la Universidad Mesoamericana.
Además, representa el fruto de un trabajo de campo de alrededor de un año, durante el cual se acudió a distintos pueblos del Istmo de Tehuantepec como Juchitán, Ixtepec, Tehuantepec, Ixtaltepec, Unión Hidalgo, Chicapa de Castro y Xadani, donde se consultó a bordadoras de diversas edades.
La investigación tuvo el objetivo de conocer cómo se vestía la gente hace varias décadas, cómo era ese atuendo que ha permanecido en la comunidad.
Al respecto, Rosa Pineda manifestó que, independientemente de que es el traje más vistoso y colorido, que ha sido tema de artistas plásticos y de cineastas, la comunidad istmeña ha conservado su vestimenta.
Ejemplo de esto es que las mujeres lo usan no sólo para eventos especiales, sino en su vida cotidiana.
Un emblema de identidad
Para Rosa Pineda Luna, el vestido de la mujer istmeña forma parte de ella misma, como si fuera su extensión. Ellas, al mandar a hacer su vestido, lo conceptualizan, buscan las telas, lo mandan a bordar, pero ellas son las que dicen qué ornamento va a llevar.
“Su traje no sólo viste su cuerpo, también las viste de historia porque es una comunidad que con los embates de la globalización, internet y todo esto, no ha optado por la moda occidental”, refirió, y aunque han incorporado nuevos materiales o accesorios, conserva su esencia.
La mujer istmeña, añadió, invierte mucho en su vestido porque es la imagen que crea para sí misma, pero también la que quiere proyectar y esto va ligado a su desenvolvimiento, donde se muestra como una persona muy trabajadora, precisamente porque busca costear su vestimenta.
“Más que si en el Istmo la mujer está en el poder o no, es la presencia de ella”, expresó en torno a la importancia de traje.
Tradicional y contemporáneo
La especialista en diseño comentó que en torno a la vestimenta se distinguen dos corrientes o propuestas: la primera, que corresponde a las familias conservadoras, quienes apuestan por la vestimenta tradicional, con los bordados y módulos de ornamentación perfectamente ubicados.
La segunda, representada por la juventud que opta por nuevos modelos y materiales, entre las que destacan la combinación de enaguas con corseletes (una especie de corsette) y, aunque esta propuesta sea rechazada por parte de las familias conservadoras, Pineda Luna consideró que enriquecen el uso del traje.
“Yo creo que la vestimenta, por ser un hecho social, está expuesta a estas cosas”, subrayó.
Sin embargo, se conserva la esencia del uso del traje, que sigue la forma indígena, en la que el delantero y la parte posterior son iguales.