Pinotepa Nacional, Oax.- Glafira Olmedo Mendoza, artesana de Pinotepa Nacional, es una persona que desde pequeña se ha dedicado a la elaboración de blusas de chaquiras, una tradición y oficio que comparte con más mujeres.
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Inspirada por la dedicación que veía en su madre al bordar con estas pequeñas cuentas brillantes y coloridas, así como la destreza observada en una de sus tías en cuanto al punto de cruz, doña Glafira halló en el bordado una manera de obtener ingresos, pero también para volcar su creatividad y energías.
El bordado con chaquiras es una tradición cuya cuna está en el estado de Guerrero, especialmente en Ometepec y San José Ejido, pero que se ha extendido a varias comunidades de Guerrero y Oaxaca, en la llamada Costa Chica.
Sin embargo, Pinotepa Nacional es una de las comunidades donde más se percibe su elaboración y uso, tanto que ya forma parte de la identidad del municipio. Aunado a que la blusa de chaquiras integra el traje típico de la delegación que participa en los Lunes del Cerro, durante la Guelaguetza.
Doña Glafira es una de las tantas artesanas que se dedica a la elaboración de las blusas, quizá una de las más antiguas en el oficio, pero que gusta de hacerlo y compartir la técnica con otras mujeres del municipio y agencias, en donde se han formado varios grupos e instructoras.
Asimismo, al ser instructora del Icapet o como invitada de otros organismos, ha compartido la técnica con otras personas del estado, como lo fue durante la semana pasada, en el taller de bordado con chaquiras que impartió en el Museo Textil de Oaxaca (MTO).
Por el gusto de enseñar
Glafira es originaria de Pinotepa Nacional, aunque vivió varios años en Acapulco y después volvió a su comunidad de origen, donde habita en la actualidad.
Cuenta que desde hace varios años se dedica a compartir la técnica del bordado con otras mujeres del municipio y agencias, lo cual ha llevado a generar más instructoras y grupos (entre éstos últimos: Los Pocitos, Collantes, Cerro de la Esperanza, Piedra Blanca y Mancuernas).
“Me da mucho gusto enseñar porque mi madre era la que bordaba el punto de cruz y la chaquira, y una de mis tías le gustaba bordar la chaquira. Así que yo aprendí y me gustó más bordar la chaquira. Yo me distraigo mucho con eso y me sirve de terapia”.
Desde que el Icapet surgió y llegó a la región Costa, doña Glafira se convirtió en una instructora; de eso han pasado ya 19 años y lo más probable es que siga dando cursos.
En la familia de Glafira, sus hijas también se dedican a hacer este tipo de bordados. Y aunque siguen haciendo las prendas típicas también han innovado en cuanto a las combinaciones de colores y figuras, y aplicando el bordado a prendas más contemporáneas y casuales.
Comercialización
Si bien, las blusas de chaquiras y otras prendas bordadas con la misma técnica son muy apreciadas por su colorido e innovación, existe un problema al que se siguen enfrentando las artesanas como doña Glafira: la desvalorización del trabajo artesanal.
Y es que debido a ello y el regateo, sus prendas son vendidas a menor precio, con lo que apenas logran recuperar lo invertido.
“Allá, en la Costa, casi muy poco compran la ropa y lo que quieren es comprarla más barata. A veces nos invitan a Oaxaca y aquí las vendemos, aquí valoran mucho nuestro huipil, igual que la blusa de chaquiras. Aquí le ganamos un poquito más”, expresa la artesana.
Aunado a ello, la existencia de intermediarios que adquieren varias prendas y las revenden a mayor precio, propicia que las artesanas obtengan muy pocas ganancias con su trabajo.
Es por ello que doña Glafira y otras artesanas evitan vender sus blusas por mayoreo, ya que se han percatado que éstas se venden con un precio que por lo menos duplica al que ellas otorgaron al intermediario.
De tradiciones y alegrías
En la Costa Chica las mujeres son muy alegres y visten con colores fuertes, vivos y llamativos, explica la señora Glafira, quien agrega que parte de los tonos usados en los bordados se debe a ello.
“Allá, las costeñas somos muy alegres, nos gustan los colores fuertes”.
Asimismo, que las figuras plasmadas en las blusas de chaquiras y en el huipil típico de Pinotepa representan la flora y fauna característica de la zona, del pensar de las comunidades que ahí conviven.
Indígena, mestiza y afrodescendiente, son las comunidades que habitan en la Costa Chica de Oaxaca. Las prendas típicas, como las blusas de chaquiras son muy populares y el bordado con este material se ha extendido a más prendas, como vestidos, blusas casuales o en camisas.
Un trabajo artesanal desvalorado
Para realizar una blusa de chaquiras son necesarios varios materiales, tiempo y dinero, que pocas veces se recuperan con la venta de las prendas.
En cuanto a insumos, se requiere un trozo de cuadrillé (o etamina, que vendido por metro puede costar hasta 300 pesos), chaquiras de colores (las que usa doña Glafira son de cristal, que destacan por mantener sus resistencia, color y brillo; para ellas se invierten mínimo 150 pesos), hilos y agujas.
La elaboración del cuello (peto, mangas y otras partes), se lleva como mínimo 15 días o 10 (si se le dedican varias horas al día al bordado).