Teotitlán de Flores Magón, Oax.- La región de la Cañada oaxaqueña es ya territorio huachicolero. Los tentáculos de la red criminal del robo de combustible han copado el “mercado” y controlan la venta de gasolinas en esta parte del estado colindante con Oaxaca, Puebla y Veracruz.
TAMBIEN TE PUEDE INTERESAR
Ante la existencia de prácticamente una sola estación de servicio y la cercana colindancia entre Puebla y Oaxaca, los huachicoleros poblanos ampliaron su red de negocios a territorio oaxaqueño y convirtieron a región de la Cañada en su mina de “oro negro”.
De ocho meses a la fecha, casi la única gasolina que se comercializa en este municipio, San Juan Bautista Cuicatlán, San José Tenango, Mazatlán Villa de Flores, Santa María Teopoxco, San Jerónimo Tecóatl, Santa María Chilchotla y Huautla de Jiménez, llega de la “ordeña” de los ductos de Petróleos Mexicanos (Pemex), una de las actividades actuales más rentables del crimen organizado, en la llamada Franja del Huachicol, ubicada en una amplia extensión del territorio poblano, en los límites con Veracruz y el Estado de México.
Robado, más barato
El precio por litro inferior al dispuesto por la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHyCP), a pesar de que en muchas ocasiones el combustible robado no ha completo su proceso de refinación, constituye el atractivo para su compra en este y los demás municipios.
Aunque después de los sucesos de violencia en Palmarito Tochapan, el litro de Magna se vende ahora a 14.50 pesos, un peso y 14 centavos menos, que en la estación de servicio de este municipio, donde el precio es de 15.64 pesos.
Oferta y demanda huachicolera
En una estación de radio sin concesión del Valle de Tehuacán, los huachicoleros difunden el precio del litro, como si fuera la cotización del dólar con el peso mexicano, para que sepan sus eventuales compradores.
De hecho, esta estación de servicio es la única en Teotitlán de Flores Magón que, hasta antes de la llegada de los huachicoleros, surtía de combustible a todos los municipios de la región de la Cañada, porque la otra más cercana, situada en Huautla de Jiménez, a 64 kilómetros de distancia, funciona con irregularidad.
Había otra estación de servicio en San Juan Bautista Cuicatlán, a 56 kilómetros, pero cerró en el 2014 por una pugna interna entre la Unión de Ejidos Emiliano Zapata, propietaria de la franquicia.
40 mil litros a la semana
Según cálculos de órganos de inteligencia del gobierno federal, en estos municipios de la región de la Cañada y sus comunidades, se venden alrededor de 40 mil litros de gasolina Magna cada semana, que llega desde Ajalpan, Puebla, distante a 49 kilómetros de Teotitlán de Flores Magón.
Ahí, un grupo delincuencial ligados supuestamente a Los Zetas, encabezado por el regidor de Gobernación, Joel González García, apodado “El Coyote”, es quien hace y controla la “ordeña” en el vecino Esperanza, también conocido como Mixtlán, para después expender el combustible robado a quien llegue a sus dominios o se comunique por teléfono, para convenir un pedido.
Aunque El Coyote no vende la gasolina robada en pequeñas cantidades porque sus mayores clientes son quienes se dedican a la posterior reventa.
De acuerdo con los informes de inteligencia de la administración federal, los clientes de El Coyote se trasladan a Ajalpan en camionetas pick up o tres toneladas para adquirir la gasolina robada, que transportan en toneles, garrafas y bidones,
En su paso por territorio poblano, patrullas de las policías Estatal y, a veces hasta de la Federal, ofrecen seguridad a los huachicoleros de la región de la Cañada, para que no sean detenidos. Y ya en los límites dejan la vigilancia a las policías Estatal, Federal y en ocasiones, a la Agencia Estatal de Investigaciones (AEI), hasta su destino final.
Aunque los huachicoleros también son acompañados por hombres armados con rifles Ak-47, quienes viajan en otros vehículos y se desplazan a cierta distancia.
Huachicol cerca de una escuela
En Teotitlán de Flores Magón, uno de los clientes más asiduos de El Coyote, es un hombre identificado como José Cuello, “Pepe”, quien en su domicilio de la calle Cuauhtémoc, en la colonia Hidalgo, abrió uno de los más grandes centros de distribución huachicolero.
Hasta la vivienda, con muro de tabique y puerta metálica, llegan a comprar el combustible, propietarios de vehículos particulares, taxistas y mototaxistas.
Sin embargo, el irregular establecimiento se ha convertido en una “bomba de tiempo” en la colonia, principalmente para los alumnos de la Escuela Primaria Emiliano Zapata, ubicada a unos cuantos metros, por el alto volumen de combustible almacenado.
De hecho, los padres de familia ya han manifestado su preocupación a las autoridades por el riesgo de una explosión e incendio, para que el lugar sea denunciado en la Procuraduría General de la República (PGR) y se cierre la venta clandestina.
En Cuicatlán, algo normal
En San Juan Bautista Cuicatlán, la venta de gasolina robada ya es algo más común porque se hace abiertamente en puestos establecidos sobre la carretera federal o en lava-autos, vulcanizadoras y otros negocios, en las diferentes calles de ese municipio.
En bidones, garrafas y en botellas PET de refresco o agua, se exhibe el producto a la vista de todos para atraer y llamar la atención de los potenciales clientes.
En Guadalupe Los Obos, una comunidad de este municipio, un hombre ofrece el combustible a orilla de carretera, apostado cerca de una parada de autobús, con la protección de sus socios, algunos de ellos, con armas de fuego.
Aunque, ante el cierre de la estación de servicio, la compra resulta obligatoria no solamente para quienes poseen vehículos en este municipio sino también en San Miguel Santa Flor, Concepción Pápalo, Santos Reyes Pápalo, Santiago Quiotepec, San Juan Coyula, Santa María Cuyamecalco, Santa Ana Cuauhtémoc, San Juan Chiquihuitlán, San Pedro Teutila, San Isidro Buenos Aires, Cuyamecalco Villa de Zaragoza, Chiquihuitlán de Benito Juárez y Santa María Tlalixtac, entre otros de la sierra cuicateca.
El vendedor únicamente recomienda a los nuevos clientes que, al vaciar la gasolina robada al tanque, se utilice un colador o una franela, para impedir el paso de basura o residuos y así evitar daños al motor, al no estar terminado el proceso de refinación.
El expendio clandestino y la llegada de hombres ajenos a la región también ha provocado molestia e inconformidad de los pobladores, sobre todo, por su trato prepotente y amenazante, para no ser denunciados.
Según los informes de inteligencia del gobierno federal, este negocio ilícito ha crecido en la región de la Cañada por el lucro que obtienen ante la venta masiva del combustible, porque obtienen entre un peso y un peso con 50 centavos por litro.
Si un huachicolero llega a vender 20 mil litros semanales, su ganancia alcanza alrededor de 20 mil pesos.