Por CARLOS MOTA
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Un culebrón se está desarrollando en estos momentos entre un conjunto de empresarios innovadores y los grupos de interés que controlan el transporte público en la Ciudad de México (principalmente taxistas). Los empresarios tienen una solución inteligente al problema de movilidad urbana; pero se están topando con los escleróticos intereses que dominan espacios y no permiten la competencia libre.¿En qué consiste el problema? En el nacimiento de Urbvan, una aplicación desarrollada por empresarios mexicanos que ha sido pensada para dar servicio de transporte con microbuses a personas de la clase media y media alta con tres rutas iniciales que parten de Santa Fe a Satélite, Mixcoac y Juanacatlán. Los trayectos cortos cuestan 35 pesos y los largos 59. Precios competitivos.
Urbvan se autodenomina como una red de transporte privado. En estricto sentido lo es, si consideramos que para utilizarla hace falta registrarse e interactuar con la plataforma a través de una aplicación móvil. En cada uno de sus vehículos (Mercedes Sprinter) caben 12 pasajeros. Urbvan dice que su propuesta es brindar un “servicio cómodo, accesible y seguro”. Las camionetas brindan WiFi.
El problema surgió hace pocas semanas, cuando en uno de los trayectos de Santa Fe, un grupo de taxistas conocidos como ‘kamikazes’ bloqueó violentamente el paso de uno de estos vehículos y lo golpearon. Aparentemente el caso no pasó a más (sólo algunos daños materiales pequeños a la unidad y algunas lesiones menores al copiloto); pero habría una problemática importante a resolver para el gobierno de Miguel Ángel Mancera, que debería auspiciar y apoyar este tipo de iniciativas. Si se pudo con Uber y con otros emprendimientos que auxilian y generan soluciones a la movilidad urbana, debería poderse también con empresas mexicanas.
Urbvan se ha puesto como meta estratégica llegar a mil unidades. La empresa ha sido fundada por Renato Picard y cuenta con el fondeo de Mountain Nazca de Eduardo Amadeo.
Si el gobierno de la CDMX ignora la capacidad emprendedora que desde la propia ciudad quiere proponer soluciones a la problemática de movilidad —sobre todo masiva—, estaremos en riesgo de seguir capturados por grupos que se han adueñado de un negocio jugoso al amparo de las concesiones públicas. Más inteligente sería que éste y otros emprendimientos fueran nutridos desde la esfera gubernamental; pero ello implica romper rigideces, gobernar.
La autoridad debe auspiciar la innovación empresarial a veces con una acción muy sencilla: garantizando la seguridad jurídica. Que la gente se golpee entre ella porque desea hacer negocios parece de un país muy atrasado. Y se suponía que ya íbamos superando esas etapas primarias.