Por ENRIQUE QUINTANA
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En días anteriores se logró sortear un riesgo que había pasado casi desapercibido: la posibilidad de que Moody’s hubiera decidido bajar la calificación de la deuda del gobierno mexicano.En un documento emitido ayer, la agencia calificadora ratificó las notas que previamente había puesto a los papeles mexicanos y que las mantienen con grado de inversión, es decir, con la calificación lo suficientemente alta para que los papeles mexicanos sean comprados por un gran número de fondos en el mundo.
Pero, además, la nota de Moody’s señala explícitamente: “La situación financiera de Pemex ha mejorado en relación con la observada a principios del año pasado debido a: (1) la implementación de un programa de reducción de gastos, (2) mayores precios del petróleo y, (3) apoyo de liquidez en 2016 proveniente del gobierno”.
Sobre la base de esta evaluación y de considerar que Pemex ya no va a requerir de más apoyos, fue que se decidió mantener la calificación de la deuda soberana del país.
Pero, una cosa es sortear el riesgo y otra echar a volar las campanas.
Moody’s mantuvo también la perspectiva negativa que ha asignado a la calificación desde 2016.
El fundamento para ello es que, aunque se visualiza con mayor probabilidad una renegociación del TLCAN que no cambia las cosas en demasía, sólo redefiniendo temas como reglas de origen y mecanismos de solución de controversias, tampoco descarta un escenario en el que haya una modificación del TLCAN a tal grado que distorsione las relaciones comerciales y genere un impacto sobre el crecimiento y las cuentas fiscales.
Me parece que la evaluación de la calificadora da en el clavo de las dos caras que se siguen viendo en la economía mexicana.
La primera tiene tintes de optimismo que quizá hoy sean confirmados cuando el Inegi dé a conocer su primera estimación del crecimiento del PIB en el primer trimestre del año.
El consenso calculado por Bloomberg indica una tasa de 2.5 por ciento, que es mejor de lo que se esperaba apenas hace algunas semanas.
El otro dato reciente que apunta al optimismo es el crecimiento de las exportaciones no petroleras en marzo. Los datos del Inegi indican un crecimiento de 13.9 por ciento respecto al mismo mes del año pasado, lo que refleja un fuerte despegue de las exportaciones de manufacturas.
Pero a esos signos positivos surgidos ayer se suman signos negativos en los últimos días que sustentan las dudas de Moody’s.
Se confirmó ayer que el presidente Trump sí valoró realmente la posibilidad de notificar en estos días su salida del TLCAN.
Así haya sido como un mero recurso para tener ventaja en la negociación, el hecho de que Trump acepte que sí consideró ‘denunciar’ (el nombre que usa el propio articulado del documento) el Tratado muestra que seguimos ante un escenario de alta vulnerabilidad, por más que se haya construido una buena interlocución con otros funcionarios norteamericanos.
El dólar no regresó ayer a los niveles que tenía antes del ‘susto’ de esta semana, lo que quiere decir que los inversionistas continúan con temor e incertidumbre.
Me parece que tendremos que aprender a vivir en los siguientes meses con este entorno, al menos mientras Trump siga en la Casa Blanca.
Cumplirá este fin de semana sus primeros 100 días… ya sólo faltan otros mil 361.