Por: Joshua Jonathan Velasco Mendoza
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Al analizar el fenómeno de migración que está viviendo nuestro país, logro destacar lo siguiente:
Por un lado, la petición de la Organización de las Naciones Unidas a nuestro país de respetar los derechos fundamentales de los migrantes hondureños provocó que el Gobierno Mexicano atienda el marco legal de los migrantes para su ingreso a tierras nacionales, y puedan hacerse valer sus derechos como refugiados.
Por otro lado, el de un Estado Norteamericano impertinente, intolerante y desde mi punto de vista estratégico, aunque insensible, lanza la advertencia de frenar el fenómeno de migración mediante la implementación de su ejército en la frontera con México, si este no tiene la capacidad para lidiar con la problemática.
Todo ello provocó las acciones violentas y desesperadas con las que nuestros hermanos hondureños intentaron cruzar el Puente Internacional Rodolfo Robles, que no son más que el producto de la desesperación e impotencia por tener mejores condiciones de vida, por ver que el Estado en el que se encuentren pueda y tenga la capacidad y la voluntad de poder brindarles una vida digna mejor que del lugar de donde partieron, obligan al Estado Mexicano a atender la contingencia utilizando medios recíprocos.
Es en este momento donde como Estado, tomamos la decisión de aplicar nuestro marco jurídico y las normas del derecho internacional o de tomar en cuenta la “sugerencia” de nuestro país vecino, pero partiendo en todo momento de nuestra soberanía nacional. Sin dejar de lado, desde luego, a quienes tratan de obtener “raja” política de este fenómeno social… Creo que primero es necesario atender la necesidad de los mexicanos, para poder brindar una mejor ayuda a nuestros hermanos migrantes.
Creo que en definitiva México se encuentra entre la espada y la pared.