Oaxaca, Oax.- En México, el Día de la Familia se celebra el primer domingo de marzo, con motivo de fomentar la unión familiar y hacer conciencia de su importancia en la sociedad, reconociendo a cada uno de sus integrantes.
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El papel de la mujer mexicana como cabeza del hogar cada vez es más trascendental para satisfacer necesidades económicas, sociales y psicológicas.
Para el Consejo Nacional de Población (Conapo) 28 de los 30 municipios con mayor porcentaje de mujeres jefes de familia se ubican en Oaxaca, los restantes están en Puebla y Sonora. Esas mujeres, además de cumplir con ser proveedoras únicas del sustento de su casa, son también responsables de las labores del hogar y acumulan jornadas de actividad entre 14 y 16 horas al día.
La familia, de acuerdo con la Declaración de los derechos humanos, “es el elemento natural y fundamental de la sociedad y tiene derecho a la protección de la sociedad y del Estado”. Es una estructura viva, que se mueve con los cambios propios de la sociedad.
Los roles de género, el retraso de la maternidad, el aumento de la cohabitación como inicio de la vida de pareja y de las uniones posteriores a la ruptura o divorcio, maternidades/paternidades sociales y biológicas, cambios económicos, e incluso de tendencias sociales, generan ajustes y reacomodos en las estructuras familiares y en la concepción de la misma.
Datos de la Encuesta Intercensal 2015, señalan que en México hay poco más de 31 millones de hogares. De ellos, 88.9 por ciento se conforman por individuos que guardan algún parentesco familiar entre sí, llamados “hogares familiares”, que, por su definición, nos aproxima a hablar de “familias”. Por otro lado, 10.8 por ciento no son familiares, es decir, son personas que viven solas, o con otras con quienes no guardan relación de parentesco con el jefe(a) de hogar.
Los cambios suscitados en diversos aspectos sociodemográficos, como la mayor participación de las mujeres en el mercado de trabajo, el retraso a la primera unión, la disminución de la fecundidad, las uniones consensuales y el divorcio, entre otras, se han reflejado en transformaciones progresivas en el comportamiento familiar. Dichos cambios van desde cómo se forma la familia hasta cómo se vive en ella.
Las jefas de familia
La proporción de hogares mexicanos encabezados por una mujer pasó de 17.3 por ciento en 1990 a 26.4 por ciento del total en el 2014; es decir, en 25 años aumentó 9.1 puntos porcentuales, de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), que publicó datos sociodemográficos y económicos en conmemoración del Día Nacional de la Familia.
Este aumento en el número de este formato de núcleo familiar se explica, principalmente, por la viudez, con una proporción de 30.7 por ciento del total de jefas de hogar. Le siguen la separación (21.7 por ciento), la soltería (16.5 por ciento) y el divorcio (7.4 por ciento); de hecho, 14.9 y 8.8 por ciento se encuentran casadas y en unión libre, respectivamente. Esta distribución por situación conyugal corrobora que las mujeres toman las riendas del hogar, en la mayoría de los casos, como consecuencia de la ausencia del cónyuge.
Además, la dirección del hogar no depende del nivel de escolaridad, ya que 37.1 por ciento de las jefas de hogar sólo cuenta con algún grado de primaria, 20.2 por ciento de secundaria y 12.3 por ciento no tiene escolaridad; mientras el coeficiente con algún grado aprobado en educación media superior es de 17.4 por ciento y de superior, 13.0 por ciento.
Ser jefe de un hogar supone que sus miembros reconocen, sobre la base de una estructura de relaciones jerárquicas, a la persona más importante del grupo, que está presente regularmente en el hogar y quien es la persona con mayor autoridad en la toma de decisiones o el principal soporte económico, según la metodología del Inegi.