Tuxtla Gutiérrez, Chis.- ¡Culpable!
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Confieso que yo era la típica persona que viajaba a Estados Unidos cuando se presentaba la más mínima oportunidad. Pero desde que ganó Trump —y lo digo en serio—, prefiero que el dinero se mueva y se quede en nuestro país. Por eso es que en Semana Santa fui a Puerto Escondido y recientemente a Chiapas. Y es de este último viaje que te quiero contar.
Mis expectativas eran de -10. Después de lo que escuchamos y leemos en las noticias, uno se espera ver miseria en cada esquina con todo lo que eso conlleva: suciedad, violencia y resentimiento, entre otras cosas negativas.
Para mí gratisísisisisisima sorpresa, no fue así. Chiapas, querido lector, es verdaderamente mágico. Cultural, culinaria y socialmente hablando es rico y abundante.
Sí, hay pobreza económica y definitivamente la gente podría tener más y mejores oportunidades de desarrollo y educación (como en todos los rincones de México), pero de los muchísisisisisimos baños a los que fui —en mi defensa: tomo más de 2 litros al día—, ¡NO HUBO NI UNO SUCIO! Todos siempre impecables (en Puerto Escondido hasta lloré de la frustración porque uno estaba siempre más asqueroso que el otro; disculpa la comparación, pero siendo estados vecinos, no pueden ser más opuestos).
La gente es súper mega cálida y sonriente. Pareciera que toman pastillas de amabilidad. Y se los dice alguien que según es amable (yo), o sea que mi vara es alta. Los vendedores, sí, son intensos pero nunca agresivos (de Punta Cana mejor ni hablo, ¡uno hasta me arremedó! Nuevamente disculpa la comparación, ¡¡no puedo evitarlo!!).
La comida es exquisita, los paisajes son divinos, la cultura, pppfff, no hay palabras. ¿Sabes qué otra cosa me encantó? El respeto a los animales.Desgraciadamente hay perros viviendo en la calle y sí vi a un par de ellos sumamente lastimados, pero en las Cascadas de Agua Azul vi caminando libremente igual a patos que a gallinas y cerdos. Nadie los daña ni los agarra del pescuezo para que “el turista se lleve la foto” (cosa que sí pasa con las tortugas en Puerto Escondido; las suben a las lanchas para las fotos aún cuando las lastiman, y me consta porque con la que yo estúpidamente acepté tomármelas, hasta sangre le sacaron cuando la pasaron de una lancha a la otra).
No sé si sea la sociedad civil independiente o en colaboración con instituciones sociales o políticas, pero en Chiapas alguien está haciendo bien su trabajo, ¡y se nota!
Lástima que, según me comentaron los pobladores, Anahí no se dio la oportunidad de experimentar el estado desde una posición tan privilegiada; dicen que no vive ahí, que sólo va “cuando se tiene que tomar alguna foto oficial o para las revistas”. La verdad, ella se lo pierde. Pero no solamente ella. Como que a los mexicanos en general se nos da no valorar ni apreciar en su justa medida nuestros tesoros (tristemente me incluyo).
Dicen los lugareños que Manuel Velasco también brilla por su ausencia… Será el sereno, pero alguien —quizá sea la propia sociedad civil— está haciendo bien su trabajo, ¡y se nota!
Gracias, Chiapas, por superar mis expectativas. Gracias por confirmarme que no necesitamos ir al otro lado (como dicen en Sinaloa) a gastar en dólares para pasar unas vacaciones mágicas e inolvidables. Gracias por demostrarme que los mexicanos tenemos muchas, muchas razones para estar orgullosos de lo que fuimos, lo que somos y de lo que, si dejamos la apatía y la comodidad de lado, podemos llegar a ser.
Querido lector, como dice el comercial, #chiapasiónate. ¡No te arrepentirás!