Cuicatlán, Oax.- La extracción de materiales pétreos, caza furtiva, saqueo ilegal de plantas, contaminación y el crecimiento de la mancha urbana amenazan la biodiversidad de la reserva de la biósfera Tehuacán – Cuicatlán.
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Una serie de denuncias presentadas desde 2010 ante la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) por las autoridades agrarias de Tepelmeme Villa de Morelos, son un ejemplo del riesgo que corre una de las regiones naturales con una de las más amplias riqueza de formas de vida de especies silvestres, en donde sobresale la alta concentración de especies endémicas de flora.
Entre 1995 y 1997 estaban catalogadas como áreas de conservación estatal y a partir del 18 de septiembre de 1998 son decretadas áreas naturales protegidas.
En la reserva, debido a su compleja topografía y elevación, se encuentran zonas con una gran diversidad de hábitat y ambientes propicios como refugios de flora y fauna, así como más de tres mil especies de plantas y animales superiores por lo que es considerado centro de biodiversidad mundial.
Asimismo, en la región de Tehuacán-Cuicatlán se encuentran diversos tipos de vegetación, tales como el bosque tropical caducifolio, bosque espinoso, bosque de encino, bosque de pino-encino, pastizal y matorral xerófilo, según el Acuerdo por el que se da a conocer el Resumen del Programa de Manejo del Área Natural Protegida con el carácter de Reserva de la Biósfera Tehuacán-Cuicatlán, ubicada en los estados de Oaxaca y Puebla, publicado en el Diario Oficial de la Federación.
Las denuncias
Desde hace seis años, las autoridades agrarias y habitantes de Tepelmeme Villa de Morelos han denunciado ante la Profepa diversos delitos ambientales en la región; denuncias que se han repetido año tras año.
Una de las primeras fue realizada el 30 de noviembre de 2010, cuando se iniciaron los trabajos de mantenimiento de la cinta asfáltica de la súper carretera en el tramo Cuacnopalan – Oaxaca en el kilómetro 110. Tanto la empresa como los gobiernos estatal y federal rebasaron el área que amparaba el derecho de vía para utilizar el banco de grava y piedra localizado en el paraje o cerro denominado Mesa Calvario, con ello afectaron plantas como tihuizotes, magueyes, mezquites, entre otras, además de utilizar el agua del río y que, en los preparativos de materiales, arrojaron desechos.
Propiedad comunal y 8 grupos étnicos
En la Reserva hay un total de 132 núcleos agrarios que corresponden al 50% de la superficie de propiedad comunal, 26% ejidal, 8% a ambos tipos de tenencia y el 16 % a indefinición agraria a pequeña propiedad; viviendo dentro del mismo alrededor de 35 mil personas y cerca de 600 mil que habitan en su zona de influencia.
También habitan desde tiempos inmemoriales en esta vasta región ocho grupos étnicos: Chocholtecos, Ixcatecos, Nahuas, Popolocas, Chinantecos, Cuicatecos, Mazatecos y Mixtecos.
Fuente: Conanp
A partir de ahí, los pobladores documentaron las denuncias que han presentado ante las autoridades ambientales. Por ejemplo, señalaron la presencia en el año 2013 de maquinaria de pesada en áreas protegidas con la que colocaban bancos de piedra, que extraen de los afluentes naturales.
Las denuncias presentadas en 2014 revelan que en algunas ocasiones las mismas autoridades agrarias están involucradas en la autorización para la extracción de materiales pétreos y agua en los parajes Cerro Calvario, Cerro Venado, El Rodeo, Río Chiquito, Río Tepelmeme y en el Río Calapa.
Además de que autoridades municipales han aceptado “pagos indebidos” para autorizar la caza de venado cola blanca, puma y el jabalí, entre otros, como consta en la denuncia del 29 de enero de 2013.
Biósfera, “saludable” pese a las amenazas
La especialista Doris Bautista afirma que el estado de la biófera puede calificarse como “saludable”, aún con el crecimiento de la marcha urbana, la caza ilegal y los incendios forestales, que provocan el desplazamiento de la flora y fauna, alteraciones a la biodiversidad y la extinción de especies.
Uno de los indicadores del estado de salud es la presencia del ave guacamaya verde ara militaris, especie endémica de México y codiciadas por el tráfico nacional e internacional de especies, de acuerdo con la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio).
Esta especie actúa como indicador de la salud del hábitat, pues en algunas regiones perturbadas es de las primeras especies que desaparecen.
“Cuando esta ave empieza a ver la presencia del hombre o sufre alguna alteración en su equilibrio, desaparece. Todavía contamos con ella en esta área, creíamos que se encontraba extinta pero la vemos en las comunidades de San Pedro Jocotipac y Santa María Tecomavaca, las cuales comparten el Cañón del Sabino”, detalla Doris Bautista.
En la flora también existen especies en peligro de extinción, como la roseta echeveria laui que únicamente crece en en el municipio de Santiago Quiotepec. Para rescatarla, esta planta se reproduce de manera sexual y asexual en el vivero de la Fundación para la Reserva de la Biósfera Cuicatlán.
El maguey papalomé que se encuentra en estado silvestre estuvo a punto de la extinción porque se utilizaba principalmente para la producción de mezcal y por la escasez de polinizadores, es decir de murciélagos. La producción en los viveros del maguey ha permitido sembrarlo, porque además funciona para la retención de agua y el mantenimiento del acuífero.
Papel de las comunidades
Félix Hernández Diego, habitante de San Pedro Jocotipac, es un artesano que se dedica a la elaboración de tenates, tortilleros, sopladores, escobitas de comal y petates, entre otros, hechos con palma; así como figuras como cristos y cruces que se venden en Semana Santa y que son realizados con trigo.
Este artesano explica que en las distintas comunidades se han instalado comités de monitoreo y una red de vigilancia para el cuidado y protección de la reserva de la biósfera, y se ha prohibido actividades como la caza del venado. “Antes la cacería”, dijo, “era una actividad cotidiana entre los pobladores”.
Los pobladores, dice, también han participado en la colocación de pretiles o bordos de retención del agua, los cuales se observan a la distancia en múltiples zonas cerriles; así como en la siembra del maguey papalomé, que además se volvió una actividad económica para algunos de los habitantes.
Sin embargo, no se ha podido contener la contaminación del Río Grande. A un costado del afluente colocaron el basurero y es el destino de las descargas residuales de gran parte de los municipios de la región.
Doris Bautista abunda que la contaminación ha puesto en peligro de extinción a la nutria, la cual se alimenta de peces. Aunque, recientemente encontraros algunas excretas de estos mamíferos que da esperanza de aún encontrar poblaciones.
13 de julio del 2025