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NUEVA YORK, INOLVIDABLE


Redactado por: adriana bravo
septiembre 6, 2016 , a las 1:12 am

Nueva York, E.U.- ¿Cómo se transformó la isla de las colinas (Manna-hata) en la gran manzana (Big Apple), la ciudad más poblada de Estados Unidos? Han pasado ya más de 400 años desde que la descubriera el capitán Henry Hudson, al frente de una expedición holandesa y se fundara ahí Nueva Ámsterdam. En una pintura de 1664 se ven algunas casas, un molino y un puerto incipiente al que se acercan varios barcos de vela. Ese es el año en que los ingleses la tomaron y la rebautizaron como Nueva York. Hoy, el paisaje urbano es totalmente diferente. Desde ese mismo ángulo lo que se aprecian son grandes rascacielos (donde destaca la torre One World Trade Center), un parque y gran actividad de transbordadores que llevan y traen gente entre las islas. De entre ellas, la que acapara todas las miradas y los flashes es la que acoge a la Estatua de la Libertad, un regalo de Francia a Estados Unidos en 1886 para celebrar el centenario de la Declaración de Independencia. Fue lo primero que vieron los millones de inmigrantes europeos que llegaban buscando una nueva vida.

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Yo me acerqué en un taxi acuático que hace un recorrido turístico. Es impresionante. Casi pareciera surgir del mar para iluminar la bahía. La antorcha que sostiene en su mano derecha se eleva 93 metros sobre el suelo.

ESTATUA DE la Libertad.

Desde que conocí Nueva York quedé enamorada de la ciudad, su energía, sus rascacielos, sus museos, sus parques, sus restaurantes y sus teatros. El calor veraniego me hizo valorar las sombras que proyectan sus árboles y sus casi 4 mil quinientos rascacielos, muchos de ellos construidos en las primeras décadas del siglo XX. Algunos con estilo neogótico o art decó. Estoy segura que usted podría identificar el edificio Woolworth o la torre Chrysler, iconos de esta ciudad que nunca duerme, como bien decía Frank Sinatra en su famosa canción.

Subí al Empire State, que fue el edificio más alto de Nueva York (www.esbnyc.com). Con el elevador llegamos al piso 80 y de ahí 150 escalones hasta llegar al mirador del piso 86. La vista de 360 grados es espectacular, tanto de día como de noche. Se puede subir hasta la cima, el piso 102, a 443 metros sobre el nivel de la calle y tener Nueva York a sus pies.

SALA DE lectura en el parque Bryant.

Aquí viven más de ocho millones de personas. Por donde quiera se ven neoyorkinos caminando apurados de un sitio a otro, turistas que van descubriendo y fotografiando todo lo que encuentran a su paso, autos, taxis, autobuses (muchos de ellos híbridos, con lo que contaminan menos) e incluso bicitaxis. Bajo tierra corren varias líneas de metro, que aunque algunas tienen más de 100 años de funcionamiento, sigue siendo uno de los sistemas de transporte más eficientes. Sin duda alguna le recomiendo usarlo si no quiere perder horas transportándose de un sitio a otro.

No debe dejar de visitar Central Park. Este enorme pulmón de la ciudad mide 4 mil metros de largo por 800 de ancho. Es un lugar de esparcimiento y deporte, que además de sus sendas llenas de paseantes y corredores, recibe también la visita de muchas aves migratorias.

Uno de sus costados, el que da a la 5ª. avenida, se conoce también como “la milla de los museos” por la gran cantidad de ellos que están ahí instalados. Definitivamente para los amantes de la cultura, Nueva York es un paraíso.
ALGUNOS DE SUS MUSEOS

El Metropolitano de Arte, o simplemente “Met”, me pareció la versión americana del Louvre. Desde que abrió sus puertas en 1872, ha ido creciendo su acervo, que actualmente incluye secciones sobre Egipto, Grecia, África, Asia, Medio Oriente, arte medieval y muchas otras más. En el piso superior, disfruté admirando pinturas de Rembrandt, Vermeer, Cézanne, Monet, Gaugin, el Greco y Velázquez, y una gran colección de esculturas de Rodin.

MUSEO METROPOLITANO de Arte (MET).

Casi enfrente está el Guggenheim, fundado en 1937. Doce años después se mudó a las instalaciones actuales construidas especialmente para albergar su colección de arte moderno. Es un edificio redondo, con una gran rampa que va ascendiendo en espiral hasta la cima. El centro del techo lo ocupa una gran cúpula que permite la entrada de luz natural sin dañar las pinturas. Nunca había visitado un museo con un diseño similar. Si le interesa hacer una visita virtual, lo invito a su web: www.guggenheim.org

A unos pasos de ahí está la Galería Neue, con una pequeña muestra de arte austriaco y alemán de entre 1890 y 1940. Para mí lo mejor fueron las cuatro obras de Gustav Klimt que tienen en exposición, tres paisajes y un retrato, identificado como “Adele Bloch-Bauer I”. Su web: www.neuegallery.org

Para entender a esta gran urbe, nada mejor que visitar, al final de la “milla de museos”, el de la Ciudad de Nueva York. Su web: www.mcny.org. Pequeño, pero muy informativo. Le sugiero ver el video de 20 minutos en que relatan su historia desde que Henry Hudson descubrió la bahía hasta nuestros días.

Del otro lado del Central Park, está el Museo de Historia Natural. Ni chicos ni grandes se lo deben perder. Sin embargo, tenga cuidado de que no lo aplaste un grupo de elefantes en plena estampida. De lo que estoy segura es que la gran cantidad de esqueletos de dinosaurios no cobrará vida, porque de lo contrario estaríamos en problemas. Leones, rinocerontes, águilas, chimpancés, reptiles y moluscos dan vida a esta colección terrestre. Pero no se queda todo ahí. El museo echa una mirada al espacio y se llena de estrellas en la sección “Rose Center for Earth and Space” que incluye un planetario. Interesantísimo. Su web: www.amnh.org

Nadie puede asimilar tanta cultura sin darse un descanso y por lo menos comer un tentempié. Estando en Nueva York es facilísimo. Por todos lados hay puestos ambulantes de hot dogs y pretzels gigantes. ¡Los mejores!

NUEVA ÁMSTERDAM en 1664.

La Biblioteca Pública no es un museo, pero como si lo fuera. Es un centro del saber. Dos grandes leones cuidan la entrada a este majestuoso edificio que vale la pena visitar y llenarse de la energía de toda la gente que está investigando. Parte de su acervo se puede accesar por internet a través de su web: www.nypl.org

A sus espaldas se abre un parque espectacular, el Bryant. En su área central durante el invierno se instala una gran pista de patinaje en hielo, pero durante el verano es un prado verde que queda rodeado de cientos de personas leyendo, comiéndose su lunch o escuchando al pianista que da conciertos diarios, todo bajo la agradabilísima y refrescante sombra de grandes árboles. Por las mañanas hay clases de yoga, durante el día hay bibliotecas ambulantes para niños y mayores, los pequeños pueden también disfrutar del carrusel cuyos caballitos giran y giran sin parar. ¡Qué lugar tan agradable en pleno corazón de la ciudad!

La próxima semana les compartiré más de esta metrópoli que me tiene robado el corazón.