Pahuatlán, Pue.- Entre lo artesanal y lo místico, el papel amate elaborado en este municipio preserva su cualidad ceremonial o ritual, o el usado para la elaboración de códices antiguos, sino como uno de los elementos más importantes de las ofrendas prehispánicas, con la misma importancia del copal y el hule, como una forma de enviar cartas al cielo.
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En la antigüedad, los toltecas y los aztecas lo solíanutilizar para hacer recreaciones de sus antiguos dioses o enofrendas, por ejemplo, en Tenochtitlán, un pueblo donde laspersonas quemaban papeles, que representaban los votos que hacíana sus deidades, es decir, se convertían en verdaderas cartas alcielo, para hacer llegar mensajes a los dioses.
No sólo eso, el papel llamado “amatl” también erautilizado para la elaboración de códices, en los que seperpetuaban los hechos más importantes de un pueblo, llevar elcontrol de las finanzas, hasta con usos rituales para lapreservación del conocimiento ancestral, del que sólo quedanalgunos cuantos, en el mundo.
Cuando alguna persona se recuperaba de alguna enfermedad, elritual era quemar los papeles que el especialista había pintadosobre los dioses que habían utilizado la enfermedad para hacer unaenseñanza (a veces vista como castigo) para el enfermo, otrasveces era una forma de hacer llegar la petición de ayuda y así,después enterrar las cenizas
Las fibras para la obtención de la materia prima eran obtenidas del maguey y de dos árboles cuyas fibras servían especial mente con este propósito ritual. Según la obra: “Magia y brujería enMéxico”, de Lilian Scheffler, fue Frederick Starr quien dio noticia del uso del papel abate entre los diferentes grupos otomíes de Hidalgo y Puebla.
En San Pablito, utilizan dos cortezas para fabricar el papel abate: la del moral que da un papel de color blanco y la del xalámatl que da uno de color púrpura, cuya recolección depende–mayormente– los hombres, pero la elaboración de las hojas es un trabajo exclusivamente femenino.