Puebla, Pue.- Juan Carlos Lastiri Quirós se convirtió –desde el inicio del actual sexenio– en un candidato natural a ir dar a la cárcel –tal como ocurrió ayer–, no solamente por el papel que jugó como subsecretario de Rosario Robles Berlanga a lo largo del gobierno de Enrique Preña Nieto, sino por el desmesurado crecimiento de su patrimonio personal, que según algunos de sus allegados incluiría la propiedad de unos 150 inmuebles, varios de ellos en los opulentos fraccionamientos de La Vista, Lomas de Angelópolis y El Cristo.
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Esa condición contrastaba con la casa que por muchos años tuvo en el rumbo de Prados de Agua Azul, en una zona clase mediera, y sobre todo, que nunca fue un personaje con actividad empresarial, comercial, ganadera o de herencia familiar, que justificara ese destacado crecimiento patrimonial que se empezó a percibir desde que, en la administración de Mario Marín Torres, “el gober precioso”, ocupó altos cargos en la extinta Secretaría de Desarrollo Social.
Una condición que aumento todavía más cuando fue dos veces subsecretario de Rosario Robles –ahora presa por la “estafa maestra”, que implicó el desvío de unos 5 mil millones de pesos–, a tal grado que –se dice– su expansión inmobiliaria abarca los estados de Oaxaca y Campeche.
Según cuentan colaboradores y ex operadores del político priista, Lastiri habría desplegado una estrategia de fideicomisos y prestanombres para evitar que se le vinculara directamente con la propiedad de docenas de inmuebles que posee en el estado de Puebla. Sin embargo, para quienes estaban cerca de él no era desconocido el tamaño de su supuesta fortuna personal, que se dice se habría compuesto de la siguiente manera:
La posesión de 4 casas en La Vista –en donde el promedio del valor de un inmueble en esa opulenta parte de la ciudad de Puebla es superior a los 20 millones de pesos–, de 34 residencias en Lomas de Angelópolis y 4 viviendas en El Cristo, el mejor fraccionamiento de Atlixco.
También se decía que en Zacatlán, en donde fue alcalde a principios de los años 90, habría acumulado más de 100 casas, entre pequeñas viviendas y grandes residencias, junto con algunos ranchos.
A finales de noviembre del año pasado, en esta columna, se relató que había ocurrido un fuerte robo a una de las residencias más grandes de La Vista y lo que más había llamado la atención es que el propietario no presentó denuncia penal y no reportó el hurto a la administración del fraccionamiento, pese a su enojo.
Se dice que la residencia era de Juan Carlos Lastiri y que el monto del robo, habría definido el propio agraviado, fue de alrededor de 50 millones de pesos en dinero en efectivo, joyas, obras de arte y aparatos electrónicos.
Luego de que lo publicó este columnista, Lastiri llamó a su equipo de trabajo no para negar los hechos, sino para advertirles que iba a descubrir al “soplón”.