El Parián, San Jerónimo Sosola, Oax.- Tan cerca de la capital pero tan lejos de la civilización… y de los políticos.
TAMBIEN TE PUEDE INTERESAR
Otrora importante centro ferrocarrilero, terminal de descarga y de comercialización, fuente de riqueza para pueblos del distrito de Etla colindante con Nochixtlán y Cuicatlán, hoy está en el olvido.
Acaso unas tres familias la pueblan de manera permanente; las demás vuelven cada fin de semana o cada 15 días o cada año en la fiesta patronal en honor a San Antonio de Padua.
En pleno proceso electoral, no hay propaganda política en las calles y llegar aquí es, necesariamente, por camino de terracería, cruzando montañas. O por un nuevo camino recién abierto hacia San Sebastián Sedas.
Sede de correos, telégrafo, sucursal bancaria y tiendas que laboraban en tiempo de auge ferroviario; la localidad actualmente carece de transporte público y acudir a la capital cuesta de 400 a 500 pesos en viaje redondo. Ya no hay niños; las escuelas lucen vacías. Las calles también.
De la riqueza al olvido
De acuerdo con el Pequeño Diccionario Enciclopédico de Oaxaca, el Ferrocarril Mexicano del Sur fue introducido por el entonces presidente de México, general Porfirio Díaz; la línea Puebla-Oaxaca tenía 396 kilómetros de longitud y fue inaugurada en 1892.
Con Miguel Alemán Valdés en la presidencia se cambió la vía angosta por una ancha, ya era el año de 1952. En pleno siglo XX, sobrevino su decaimiento, privatización y posterior desaparición, lo que dejó en el abandono a cientos de comunidades a lo largo de su ruta.
Es el caso de la agencia de El Parián, situada a la entrada del cañón de Tomellín; que en la década de los 40 y 50 tenía el auge en todos los aspectos; incluso era llamado “El puerto de la Mixteca”.
Principal medio de trasporte para gente de escasos recursos económicos, el tren transportaba de forma masiva y barata hacia la capital o hacia Cuicatlán, Puebla y la ciudad de México. Ruta también de carga de materiales de construcción, semillas, alimentos y toda clase de bienes de consumo.
A un costado del río Bernal y colindante con la localidad de Faustino G. Olivera, El Parián concentraba a pueblos enteros y daba empleo a cientos de personas.
Añoranzas y pobreza
Hoy es otro el panorama. El viento se escucha; arrastra hojas, levanta polvo; las chicharras anuncian lluvias y el canto de las aves se oye con nitidez.
No hay risas en las calles. Hay canchas y escuelas vacías. Casas también. Ruinas por doquier; escasas mujeres adultas, que miran pasar el tiempo bajo añoranzas.
En lo alto del cerro está el templo y el panteón; dos letreros dan bienvenida a los asistentes. Uno de lámina que mira hacia el pueblo:
“Querido paisano, tu pueblo a (sic) estado muy triste y silencioso esperándote a ti, ahora se encuentra feliz a tu regreso; bienvenido a tu querido y amado pueblo Parián, disfrútalo hoy y recuérdalo siempre”.
La nostalgia también en la fachada del templo: “Tierra de bendición, tierra querida; para siempre quizá de ti me alejo, y con mi adiós te dejaría mi vida, pues que del alma la mitad te dejo”.
Tristeza y migración
Mercedes, con dificultades en el habla, lleva a la casa de su madre, doña Helena Dimas, octogenaria ya en cama de manera permanente.
La anciana es una de las pocas testigos de la riqueza ferrocarrilera: “El gobierno es el que manda y nosotros obedecemos, pero nos dejó sin tren, nos dejó sin nada; el pueblo está callado, no hay movimiento, “, dice aún lúcida.
Su marido y sus hijos trabajaron en el ferrocarril; pero se fueron todos, “ya no había de otra, con el tiempo se jubilaron y se fueron; eran garroteros, ayudantes de maquinistas, después de ello, todos se fueron, el pueblo quedó más quieto”.
Un solitario “chalán” arrastra una carretilla por la calle; viene de Faustino G. Olivera y labora en reparaciones menores en varias casas; Trinidad Martínez dice que todos trabajan fuera y algunos están en Puebla, otros en la ciudad de Oaxaca.
El fin de semana se concentran y vuelve la alegría. Pero nada más. “Cuando se juntan, llegan unas 30 personas, entre mujeres y unos niños que vienen”, dice.
No nos llamen “fantasma”
Doña Elsa Reyes es de las escasas mujeres que quedan en el pueblo. No quiere que lo llamen “fantasma” por su vacío poblacional. “Va a mejorar, va a llegar la gente; van a volver los jubilados”, dice esperanzada.
Ha contado la historia de su pueblo a muchos; albergó y dio a comer a actores y trabajadores de “Mezcal”, parte de cuya película fue filmada aquí.
Abre las puertas de su casa y de su corazón. “Estudié en México, regresé; he desempeñado muchos cargos, de todo porque soy una de las pocas gentes que hay; menos agente municipal, porque es mucha responsabilidad”, dice.
Tres autoridades municipales son mujeres; la agente Martha Elena Ayala Buy, la tesorera Leticia González Peralta y la secretaria María Patricia Ayala Buy.
A El Parián venían de todas partes; era también un granero de los hermanos Muro, propietarios de una enorme propiedad que hace un lustro rescató un patronato encabezado por Gerardo Gómez Tort y Daniel Hernández; es hoy un centro ecoturístico, con habitaciones y comedor, que nadie visita.
“Todos nos quedamos sin servicio de transporte, nadie se acuerda de nosotros. Ir a Nochixtlán nos lleva dos horas por Huclilla; por Sosola, también, hasta el paraje ‘Cruz de Piedra’ de la supercarretera. Si alguien tiene un enfermo, debe contratar un viaje especial de 500 pesos”, relata la mujer.
Entre 2004 y 2006 pasaron los últimos trenes, que terminaron siendo cargueros. Después de ello, el olvido.
“Los domingos nos juntamos unas 12 o 15 familias en total; en la fiesta anual se llena el pueblo. Espero que siempre vengan más”, dice.
Pequeño pueblo con algunas calles pavimentadas, la mayoría de las casas está en ruinas o abandonada; uno o dos carros estacionados, nada más.
“Qué esperanzas de que se acuerde el gobierno de nosotros; qué esperanzas que vengan los políticos; ni siquiera conocen este pueblo, mucho menos la historia. Aquí no hay votos”, termina.
El Parián según Inegi
De acuerdo con el Censo 2010 del Inegi, la localidad de El Parián tiene 16 habitantes y está situado a unos mil 500 metros de altitud. Pertenece al municipio de San Jerónimo Sosola; su porcentaje de analfabetismo en los adultos es del 12.5 por ciento y el grado de escolaridad es de 4.93 años.
Contabiliza ocho viviendas habitables y ninguna casa tiene computadora.
Camino a El Parián
Con el nuevo camino de terracería, la ruta más corta para llegar aquí es por San Sebastián Sedas, de unos 12 kilómetros; a partir de ahí otros 10 kilómetros a San Francisco Telixtlahuaca y luego a la capital.
“El gobierno es el que manda y nosotros obedecemos, pero nos dejó sin tren, nos dejó sin nada; el pueblo está callado, no hay movimiento”:
Helena Dimas, octogenaria testigo del esplendor ferroviario