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LA CIUDAD, SIN SOL Y DESOLADA TRAS ENFRENAMIENTO MAGISTERIAL


Redactado por: adriana bravo
junio 22, 2016 , a las 1:06 am

Oaxaca, Oax.- La ciudad capital amaneció sin sol, desolada. A la bruma sólo la acompañó el silencio y un enorme pesar. Después de tres días de luchas fraticidas entre policías e integrantes de la sección 22 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), la población se levantó con desasosiego. Por eso, a pesar de que ninguna institución educativa pública o privada suspendió formalmente actividades, los padres de familia optaron por no llevar a sus hijos a la escuela y resguardarse en la seguridad de sus hogares.

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“Si no llegan más alumnos vamos a tener que suspender clases”, expresó la dirección del colegio Valladolid a los padres de familia que, osados, llegaron a la hora de ingreso con sus hijos pequeños. Al final, la suspensión se concretó.

El servicio público de transporte dejó de laborar. Los empleados del cobierno estatal, desde la víspera, fueron notificados para que no se presentarán a laborar. Los negocios no abrieron sus puertas, al igual que las instituciones bancarias del centro de la ciudad. Las calles lucían vacías y desiertas.

A aquellos a los que la necesidad obliga a transitar por la capital paralizada, la aflicción los apresa. “Si, ya voy en el camión, todo está tranquilo. Parece que en el centro no pasa nada, no te preocupes”, comunica una joven por el teléfono celular, mientras atisba por las ventanas del camión de pasajeros que cruza la calles de Crespo e Independencia.

Atiborrados, los pasajeros no tienen otro tema de conversación. “Estuvo feo lo de ayer ¿no? Dicen que hubo más muertos, pero quién sabe. Ya no sabemos en qué va a parar todo esto”, comenta otra pasajera a su compañera de asiento. La mayoría utiliza sus teléfonos celulares para informarse de la situación.

Las calles de Crespo, Tinoco y Palacios, Porfirio Díaz, García Vigil y Macedonio Alcalá, con gran afluencia vehicular desde las primeras horas de un día regular, ahora lucen solitarias. En el ambiente, el lejano olor de gas lacrimógeno parece cerrar la garganta y atenazar el cuello. El dolor palpita por cada rincón de esta ciudad.

En el zócalo la situación es inaudita. Solo perduran los signos de una ciudad avasallada o abandonada por el terror. Manteados y casas de campaña sin ocupantes, basura y rescoldos por doquier. Y no es gratuito. Desde el domingo por la noche cortaron la energía eléctrica y murmullos interesados dejaron correr el rumor de una pronta intervención policial.

En la huida se dejó todo

Un día después, los comerciantes del mercado Benito Juárez comienzan a llevarse su mercancía: “La verdad es que quién sabe qué va a pasar, ayer (el domingo) decían que ya venían los policías y todos se fueron. El problema es que si desalojan a los maestros, van a destruir todo, y quién nos va a pagar lo nuestro; nadie se hace responsable”, comenta un hombre mientras acomoda costales de ropa típica en la batea una camioneta pick up.

Añade que ya viene la Guelaguetza y su mejor temporada de ventas peligra. “¿Qué va a pasar? El turismo huyó ya de Oaxaca y no hay ventas, si esto sigue así será una desgracia. Nosotros vivimos al día, no tenemos salarios asegurados”.

En la calle de Independencia y 5 de mayo, frente al teatro Macedonio Alcalá, joya del porfiriato, los comerciantes barren y recogen la basura. La banqueta luce destruida en un intento por hacerse de proyectiles para atacar a los policías.

Poca, muy poca gente, se arriesga a transitar por el corazón de la ciudad, ahora atrofiado por la violencia. Un corazón que palpita con una arritmia descontrolada. Un corazón a punto de estallar ante la indiferencia de las autoridades. Un corazón que, pese a todo, no deja de palpitar.