Pachuca, Hgo.- quiere un presidente. De hecho, quiere su segundo presidente, pues hace ya 168 años que Pedro María Anaya (Huichapan, 1742) ocupó, por segunda ocasión, la silla presidencial, aunque fuera para suplir las ausencias de Antonio López de Santa Ana. Por eso me explico una de las varias razones por las cuales los hidalguenses votaron por Omar Fayad para gobernador. Dejando de lado la popularidad del aún candidato del PRI-PVEM-Nueva Alianza, de su capacidad de trabajo (que la tiene), y de sus propuestas, los electores sufragaron el pasado 5 de junio por un proyecto que puede llevar a un oriundo del estado a ocupar Palacio Nacional. Sí: me refiero a Miguel Osorio Chong.
Que Omar Fayad se convierta en gobernador es una señal de que en Hidalgo hay conciencia de que cambiar al partido gobernante hubiera sido un golpe mortal para un anhelo de quienes vivimos en el estado.
Existen entre Miguel Osorio, Francisco Olvera y Omar Fayad vasos comunicantes que apuntan a la misma dirección: impulsar un proyecto político estatal que reviva la fuerza de los hidalguenses en el gobierno federal. Haber votado en contra afectaría ese interés colectivo.
Lo cierto es que votar diferente en otros niveles no representó para los electores un gran dilema. Los alcaldes, los diputados locales, no forman parte de esa ecuación presidencial, así que muchos gobiernos locales pagaron la consecuencia de tener administraciones poco brillantes para los ciudadanos.
En septiembre próximo, cuando el proceso electoral ya sea cosa del pasado, estoy seguro de que en Hidalgo se hará más visible el apoyo ciudadano (y de la clase política, por supuesto) para sacar adelante esa idea que desde hace tiempo está metida en el pensamiento colectivo: tener un presidente surgido de Hidalgo.
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