Nasaú, Bahamas.- Pobres Bahamas. Pobres islas ricas. Este archipiélago de 700 islas y 2000 cayos aparece con más frecuencia en la sección Nacional o Economía que en Ocio o Viajes. La filtración de los Panama Papers ha vuelto a colar a las Bahamas en nuestras conversaciones y no para hablar de su ensalada de cangrejo ni de sus playas turquesas. Es cierto que el turismo y los servicios financieros se dividen el pastel de la economía del país pero segundo despista de lo primero. Sirvan estas líneas como acto de desagravio a un destino fabuloso. Estas son algunas razones para viajar a Bahamas con motivos legales y transparentes.El objetivo es realizar un viaje y dejar rastro en Bahamas sin temor a que se filtre.
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Hagamos un poco de historia. Las Bahamas deben parte de su éxito turístico a Cuba. El embargo de Estados Unidos en 1960 provocó que muchos norteamericanos tuvieran que buscar alternativas a sus vacaciones. La isla caribeña, ya con Fidel Castro al frente, dejó de ser su campo de juegos, pero cerca había otras que también ofrecían lo que buscaban esos viajeros: casinos, vida nocturna, buen clima, marisco, ron, acceso fácil y playas espectaculares. Además, contaba con un barniz colonial que añadía un plus de exotismo.
En los 60, las Bahamas eran aún colonia de Gran Bretaña; lo fueron hasta 1973. No todas las islas tenían a los Duques de Windsor como gobernadores aburridos y haciendo de las suyas, ni a los Beatles como visitantes. El esplendor bahameño duró un par de décadas. En los 80 comenzó a recibir demasiados cruceros; en los 90 dieron un golpe encima de la mesa al levantar Atlantis, un complejo de hoteles, casino, acuario y muchos etcétera que es el principal empleador del país tras el gobierno. Había aparecido competencia, léase Cancún. Entonces se consolidó el papel de este archipiélago caribeño como lugar de desfogue de los norteamericanos (está a una hora de Miami) y como destino de cruceros; muchas de las operaciones que han salido a la luz en los Panama Papers comenzaron entonces. Como destino financiero estaba en un momento dulce.
Ha sido en los últimos años cuando Bahamas está renaciendo usando las armas más astutas: una Naturaleza y una cultura local potentes, una enorme variedad de islas y fácil acceso. Ha atrapado el zeitgeist y apuesta por los ecoresorts y los nuevos conceptos hoteleros. Las celebrities han vuelto. Beyoncé ha vuelto. Si ella lo dice, entonces vuelven las Bahamas. Aquí van algunas razones para emularla y revisar estas islas. Estas son las otras Bahamas.
Ningún destino se puede preciar de estar en el siglo XXI si no usa ese prefijo. En Bahamas les gusta decir que ellos no tienen que ser eco porque lo llevan siendo toda la vida. Pueden tener razón, pero nosotros, occidentales descreídos, necesitamos que nos manden señales claras. Al Tiamo Resort, en la isla de Andros, sólo se puede acceder en barca. Este complejo ocupa un islote y no tiene habitaciones sino villas, ni pasillos sino árboles y manglar. Las principales actividades de los que acuden allí (muchos actores con Oscar incluidos) es mirar la puesta del sol, bañarse en la piscina de su villa (todas las tienen) y, quizás, hacer algo de paddle surf. Es improbable que les pillen los paparazzi: a esta isla solo se llega con permiso del hotel.
Otro prefijo que tiene que tener en cuenta cualquier destino que quiera reinventarse. En Bahamas no hay restaurantes con estrella Michelin, algo que tanto se valora en la decadente Europa; sin embargo la alta cocina está llegando. Jean-Georges Vongerichten está al frente de DUNE, en elOne&Only Ocean Club, donde ya han comido Beyoncé y Jay Z dándole así su bendición ante el mundo. Pero uno no espera gastroviguerías en estas islas. En Nassau, la capital de la isla y donde ocurre casi todo en temas gastro, se puede comer cocina local en lugares como el Café Matisse,Bahamian Cooking o Lukka Kairi. SI busca buena comida callejera hay que recurrir a Potter´s Cay o al Fish Fry de Arawak Cay, ambos en Nassau. Allí se come caracola en todos sus formatos; no se puede volver sin investigarlos. Pero en esta ciudad todos los caminos conducen alGraycliff, al que le dedicaremos un capítulo aparte, pero que también aparece en éste. No sólo tiene el mejor restaurante de la ciudad, el Graycliff, que lleva reuniendo a estrellas, políticos y viajeros desde 1973; además guarda una de las grandes bodegas del mundo, con 275 000 botellas de más de 400 bodegas distintas. El Graycliff alberga también una fábrica de chocolate donde se puede asistir a cursos. Salir de allí con una tableta hecha por uno mismo es una curiosa fuente de orgullo. Beyonce y Jay-Z, por si alguien se lo preguntaba, también han cenado aquí.
Por alusiones nos detenemos en este lugar. Subimos por sus escaleras de casa colonial y entramos en otro mundo. El Graycliff no es un hotel, aunque fue el primer alojamiento de Bahamas en 1844. El Graycliff es….el Graycliff, uno de esos hoteles rebosantes de historia y sabor que justifican un viaje. Sí, lo justifican. Lo más lucido es que repasemos la lista de personajes que han pasado por él: Al Capone, el inefable Churchill(¿dónde no durmió el político inglés?), los Beatles, Nelson Mandela o Michael Jordan y fue la casa de los Duques de Windsor. Es fácil imaginar a Wallis detestando el calor de Bahamas paseando por los pasillos de madera de este caserón. Hoy es un hotel con un punto Grey Gardens, desparramado por toda una zona de la ciudad, lleno de rincones (cómo es su piscina principal…), desafiante con las normas del lujo contemporáneo, excéntrico y repleto de carisma, eso que se tiene o no se tiene. Los happy few que pasan por Nassau se sientan en su bar a tomar un cocktail o un vino de la bodega. Aquí hay muchas conversaciones en voz baja. Nadie pregunta nada.
La única ciudad-ciudad de Bahamas es Nassau. El resto son pueblos repartidos por sus cientos de islas. Son parte del encanto de las islas e intuimos que los que aparecen en los Panama Papers se los han perdido. Aquí es el turismo lento el que se cultiva. No hay sitio para las visitas express porque saltar de isla en isla, lo que los ingleses llaman “island hoping”, requiere tiempo. Un ejemplo de pueblo tradicional es Hope Town. Este pueblo está en la isla de Elbow Cay, parte de las Abacos. Es justo lo que esperamos de un pueblito de Bahamas: casas de madera de colores, vecinos mirando con curiosidad a los extranjeros, playas de agua turquesa y edificios que son, a la vez comisaría de policía y consultorio médico. En Hope Town las misas se celebran en la calle y los fines de semana se reúne el pueblo entero en el hotel Hope Town Harbour Lodgepara reconocerse y tomar el brunch. La vida aquí está a mitad de camino entre lo sencillo y lo sofisticado. Además, la sensación de lugar remoto le añade un barniz de privilegio.
Algo está pasando en Bahamas y no es lo que nos llega por las filtraciones. Existen proyectos que están insuflando oxígeno a la isla para que apele a viajeros muy viajados y conectados con el presente. Uno de ellos esSchooner Bay, que replica la vida y la estructura de un pueblo pesquero bahameño. Lo hace apostando por la ecología, la decoración y proponiendo un estilo de vida. El que compra o alquila una casa aquí es alguien que quiere hacer yoga mirando al mar, que no necesita piscinas infinitas, que juega al golf, que quiere andar descalzo todo el día y que, casi, exige comer comida orgánica cultivada en una granja ídem cercana a la que pueda ir descalzo. Este neo pueblo incluye un hotel-restaurante, el Sand Piper Inn&Bar), un Beach Club y un fishing lodge, el Blackfly Lodge (un hotel para pescadores, cada vez más de moda). Schooner Bay es una suerte de pueblo utópico que cruza Wisteria Lane con Macondo. Una curiosidad muy propia de esta década que abre el camino a otra manera de viajar y vivir.
Pensemos en una estrella interestelar. Sea la que sea, ha estado en Bahamas. Estas islas han sido, en todas las décadas, un imán para ricos y famosos. Es de acceso fácil desde Estados Unidos o Europa y ofrece, a la vez, privacidad y posibilidad de figurar, según lo que cada uno elija. Los grandes hoteles de Nassau han acogido siempre a las superestrellas, que buscan siempre superestrellas hoteleras. Las principales son dos: el One&Only Ocean Club y el megaAtlantis, ambas en Paradise Island. Por aquí han pasado y pasan Michael Jackson, Bill Clinton, Oprah Winfredy o Sean Connery. Todo ellos se hospedaron en la Bridge Suite, del Atlatis que está considerada una de las habitaciones de hotel más caras del mundo, con una tarifa de, aprox, 25 000 dólares la noche. No, no hay ningún cero de sobra.
Otras islas como Harbour Island también reciben a ultrafamosos comoRobert de Niro o Diane von Fustenberg. El turismo aquí es más discreto y estiloso. Nuestro star system, siempre menos aparatoso, también viaja a Bahamas. Y a veces, lo hace para pasar sus vacaciones. Los últimos han sidolos hermanos Iglesias-Preysler-Boyer, tal como han dejado claro en sus respectivas cuentas de Instagram.
Sin embargo, el comportamiento normal de una celebrity en Bahamas escomprarse una isla o un islote de los miles que hay deshabitados. Es lo que hicieron Shakira, Lenny Kravitz, Nicholas Cage, Julia Roberts o , sí, lo han averiguado, los Beyoncé. Las Bahamas son también el escenario elegido para bodas. Cindy Crawford y Rande Gerber se casaron en el citado One&Only. Johnny Depp le cedió su isla, Little Halls Pond Cay, a Penélope Cruz y Javier Bardem para celebrar su boda (de la que nadie filtró nunca imágenes) y ellos siguen volviendo a este país. Bahamas sabe guardar secretos.