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DINASTÍA CISNEROS, LA LEYENDA DE LA LUCHA LIBRE OAXAQUEÑA


Redactado por: adriana bravo
mayo 27, 2016 , a las 1:06 am

Oaxaca, Oax.- Todo comenzó en 1971, para ese entonces Rigo Cisneros había estado en la milicia y su tiempo en el cuartel de Ciudad Ixtepec, lo pasaba practicando deportes, pero en especial, la lucha olímpica, grecorromana y box y fue cuando supo que los trancazos eran lo suyo.

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El rostro de Agustín Rey Vásquez López a sus 75 años, muestra a un hombre lleno de experiencia, su larga y cana cabellera enseñan los años de sabiduría y entrega al deporte, la cicatriz en la frente muestra la pasión de los golpes en el ring, pero sobre todo, su rostro de nostalgia al recordar las victorias que lo hicieron llegar a ser la leyenda de la lucha libre en Oaxaca.

Hoy, todos lo conocen como Rigo Cisneros, él y su hermano Pepe han llevado a este deporte al nivel de reconocimiento nacional.

Rigo y Pepe, los inseparables rudos

“Vengo a Oaxaca y mi hermano Pepe Cisneros ya luchaba con el nombre del Zorro, me pregunta si quería luchar, le dije sí, a mí me gustan los trancazos”, recuerda Rigo. Ellos eran inseparables, su vida transcurrió como la de dos hermanos unidos y emprendedores en la faena de la lucha libre.

Antes de ser Rigo Cisneros, le antecedieron los nombres de La Momia, La Bestia Humana y el Toro Loco, pero su gran sueño era subir al ring como El Zorro segundo, “yo dije que cuando comenzara en la lucha me iba a subir como Zorro segundo, pero el maestro me dijo que aún no era tiempo de estar al nivel de mi hermano”. Pasaron tres años, para cumplir su sueño y formar parte del dúo dinámico de los hermanos Cisneros.

“Mi hermano era rudo, y una vez subí como técnico y después le dije al promotor que si no me subía como rudo, mejor que ya no me subiera, desde esa vez, hasta ahora que me retiré, fui rudo”.

Éxito, vida y máscara vs cabellera

“Para mí, la lucha es parte de mi vida, me dio mucho, me dio una familia, me alejó del vicio, yo tomaba mucho”. Rigo recuerda que sus días de fiesta eran de jueves a martes, jornadas largas de vicios, que después se convirtieron en horas largas en el gimnasio.

Fue así como Pepe, Rigo y Tony Cisneros formaron a los Misioneros de la Muerte de Oaxaca.

Su pronto éxito, les dio a los hermanos Cisneros la oportunidad de viajar a diferentes partes del país, pero sobre todo de pelear con los grandes de la lucha libre de México, como Blue Demon, El Santo, Mil Máscaras, Black Shadow, Ray Mendoza y el Huracán Ramírez.

“En México, querían que me fuera para allá, pero no tenía caso porque yo tenía a mi familia aquí ni para irme para allá, no tenía ni siquiera a dónde llegar”. Para ese entonces, ya era un hombre comprometido y junto a su esposa Guadalupe decidió luchar por su sueño.

Es curioso saber que la mejor pelea que Rigo Cisneros considera, fue cuando le arrebataron la identidad hace 20 años, “cuando me quitaron la máscara, porque nadie quiere que se le vea la cara, al principio te sientes mal, porque la gente te reconoce, hay muchos aficionados que te conocen en tu vida civil, nosotros teníamos la costumbre que en el vestidor nos quitábamos la máscara, pero saliendo de ahí, agarrábamos un taxi, porque nos seguía la gente”.

Para los luchadores, la máscara es más que un lindo disfraz, representa el orgullo del deporte, la magia del cuidado de la identidad, además de la creatividad aplicada para imprimirle su sello y la originalidad de cada color y trazo de tela.

Pepe Junior, ahora sin máscara

Para César Vásquez o mejor conocido como Pepe Cisneros Junior, con 30 años de trayectoria, la pérdida de la máscara fue un duro golpe y hace tres años perdió la contienda en la arena que lleva su nombre.

“Es difícil porque el tiempo que la llevaba, segundo, por mi trabajo, no era pena y no por el hecho de luchar, sino porque uno no tiene por qué decirle a la gente que eres luchador, muchos lo toman como juego o burla, pero es algo real, porque te lastimas, te lesionas muchas partes y hasta puedes perder la vida”, explica el también médico de profesión.

Y aunque en la lucha libre el uso del antifaz es fundamental, para Tony Cisneros Junior no es así, ya que él ha sabido explotar su carisma como luchador, “mi abuelo me decía que iba a destacar más sin máscara, por mis gestos, por él, decido quitármela y de ser Apolo Junior empiezo como Tony Cisneros”.

Rigo Cisneros califica la pérdida de la cabellera como su peor pelea, ya que tuvo que despedirse de parte de su identidad y el motivo por lo que recibió el nombre de “Rigo”, al asemejarse a la apariencia del cantante tamaulipeco Rigo Tovar.

La leyenda de los Cisneros nace como parte de la sátira con los adversarios, quienes en cierta pelea se anunciaron con el apellido Vásquez al igual que ellos, por lo que decidieron tomar el nombre de Pepe y el apellido Cisneros de su contrincante, para adjudicárselo, todo a modo de burla, “ahí nacieron Pepe y Rigo Cisneros”.

El público, su principal motor

Para los Cisneros el público lo es todo, son su inspiración y son su principal motivación para seguir en este deporte, “nosotros somos luchadores por el público, porque si no hubiera publico, nadie nos conociera, yo le doy gracias a la gente por conocerme”, menciona Rigo.

Los Cisneros tienen a sus admiradoras, pero Rigo ríe chuscamente cuando recuerda esos tiempos en los que las chicas se acercaban a saludarlo y lo que también fueron motivos de muchos pleitos con su esposa, “sí, tuve que hacer un esfuerzo para que mi matrimonio durara”, explica Guadalupe, compañera de vida, por más de 40 años de Rigo.

“Las conocía cuando no me veía mi esposa o cuando creía que no me veía”, la risa escapa y pronto recupera la cordura para expresar que al aficionado se le respeta, se le saluda y que las fotos nunca se les niega, porque de ellos y de su admiración se vive, “cuando saludo a una persona le hablo como a un amigo, lo abrazo, para que se sienta en confianza”.

La lucha es pasión, pero no negocio

“No, en la actualidad y en el momento en que nosotros fuimos luchadores no se podía vivir de la lucha, ni se puede vivir de la lucha, el local no puede vivir de eso”.

Para mantener a la familia, Rigo se desempeñaba como obrero textil, labor que sostuvo a sus hijos y lo que hasta ahora forma parte de sus ingresos, “soy obrero textil, hago colchas, manteles de todo, yo soy eso y lo seguiré siendo”.

Ya lleva 45 años en esta actividad, con la que ha conformado una cooperativa con otros obreros.

“A pesar de todo, nunca pensé en dejar la lucha, al contrario; después de la lucha, todo golpeado y ensangrentado, me bañaba y al otro día me levantaba para ir al gimnasio”.

Una de sus heridas de guerra es la ruptura de la clavícula, un hueso sobre otro que le sanó de forma rara y que prefiere rememorar, como la rudeza que deja el vértigo del deporte.

La retirada y la fama en Nacho Libre

La retirada fue hace cuatro años, una salida del ring, pero no del medio, pues dos de sus hijos se dedican a esto, Rigo Cisneros Junior y Lola la Texana.

“Mientras sentía que podía dar el espectáculo a la gente subí, en el momento en que el que yo sentía que ya estaba grande y que ya no podía, dije que hasta aquí”, esto a pesar de recibir la motivación de los promotores para continuar en la lucha libre, “yo quiero que la gente me recuerde como fui, no que recuerden al Rigo que ahora es, claro que si yo quisiera subir, tendría que ir al gimnasio a prepararme para no causar lastima o para no lastimarme”.

Otro de los motivos de su retiro, fue la película de Nacho Libre, producción de los hermanos Galindo que le permitió hacer el casting para ganarse un papel en la película protagonizada por Jack Black y Ana de la Reguera, “Ahí para que veas, si se gana dinero”.

Aunque hay muchos luchadores en la dinastía, él considera que la magia del deporte se está perdiendo por la falta de gimnasios especializados.

La dinastía que continúa

En la lista de los herederos se encuentra Extreme fly, Tony, Pepe y Rigo Cisneros Junior y Lola la Texana. No sólo son luchadores, son médicos, trabajadores de salud, promotores y amas de casa. Todos con familia, trabajo y vida independiente del ring, su amor por la lucha libre es un complemento de su herencia y de los recuerdos de la niñez.

¿Cómo es ser esposa de un luchador?

Guadalupe lo sabe, 40 años de compañera de vida le permite tener una extensa experiencia en curar heridas, ver caídas y hasta ser crítica experta del deporte.

Su destino era la lucha libre, porque sin saberlo, su afición desde adolescente la llevó a conocer a su esposo y antes que verle la cara, lo vio con máscara y peleando como un rudo.

“En un encuentro, la policía se llevó a mi hermano porque le tiraba piedras a los luchadores de México; entonces, se acercó Rigo, porque vio la angustia que tenía, me preguntó qué me pasaba y le conté, habló con los policías y dejaron ir a mi hermano”. De esa forma se conocieron y comenzaron una amistad que no pasaba del ring hasta el saludo lejano.

“Duré mucho tiempo sin conocerle la cara, le gustaba guardarse la incógnita, platicaba con él en la arena, hasta en un cumpleaños mío me mandó a decir que lo alcanzara en el gimnasio, donde entrenaba y ahí fue donde le conocí la cara”, dice Guadalupe con una sonrisa dibujada.

Al ser mayor de edad, Rigo le pide a Guadalupe que fuera su novia, “primero no quería porque en la lucha él era muy agresivo y me daba miedo, después me convenció y fuimos novios”, hasta que comenzaron a vivir juntos con la advertencia de que no se casarían pronto, “él no era partidario de un matrimonio, pero creo que todo el pasado lo convenció”.

Su vida ha sido complicada, describe a la angustia como un sentimiento recurrente, “hubo una ocasión que un luchador de México le cayó encima y le tronó las costillas, duró mucho tiempo para que se repusiera, pero nada más mejoró y otra vez, le decía que lo dejara, pero la lucha libre es su vida”.

Su preocupación aumentó con la incursión de sus hijos al ring, principalmente por su hija, mejor conocida como Lola la Texana, quien se ha retirado momentáneamente por maternidad.

“Me siento muy orgullosa de Rigo, porque hemos tenido altas y bajas, yo lo admiro porque es una persona muy humana, si alguien necesita de él, se quita el bocado de la boca, sí tiene su carácter, ahora ya con la edad es muy tranquilo”, explica la señora Guadalupe Pacheco.

Cada quince días, los Cisneros abren la puerta de la arena que lleva su nombre, son ejemplo de un deporte muy mexicano, son orgullosos por tener la oportunidad de pelear con los grandes, son pasión en el ring y carisma tras la máscara.