Por FRUMENCIO VERDUZCO
Tlaxcala.- Al líder nacional del PAN, Ricardo Anaya Cortés, le hace falta sincronizarse. Cuando tuvo en sus manos la conformación de alianzas con el Partido de la Revolución Democrática (PRD), se mostró extrañamente pasivo. Y dejó ir la oportunidad. Hoy, con una anticipación manifiesta para el 2018, se da cuenta de lo valioso que sería lograr esa alianza con los amarillos.
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Solo le falta promoverse como el candidato de esa alianza.
Bueno, aterricemos esos escenarios, sin dejar de sentir nostalgia por la alianza que en Tlaxcala pudo haber sido… y no fue. Porque ninguna de las dos senadoras, hoy candidatas del PAN y del PRD, Adriana Dávila Fernández, y Lorena Cuéllar Cisneros, respectivamente, asumiera un papel más allá del protagonismo de aparecer en las boletas.
Les hizo falta vislumbrar el campo fértil para una candidatura respaldada por una alianza, francamente competitiva, yo diría: inalcanzable. Ya ourrió en Oaxaca con Gabino Cué y en Puebla con Rafael Moreno Valle. Pero en esta coyuntura ninguno de los dos partidos contó con la soberbia de Felipe Calderón y Margarita Zavala, quienes hicieron del PAN su rehén y amagaron por tomar la ruta de una candidatura independiente.
Su petate del muerto eran los millones de votos en el puño del ex presidente y, el supuesto liderazgo de Margarita, fuera de este mundo.
México.- Hace varios días se cumplieron 22 años del asesinato de Luis Donaldo Colosio, un infame sacrificio que cambió con fuego el rumbo de México.
Ya casi nadie se acuerda del carismático sonorense, ni siquiera aquello que hasta hace poco tiempo lucraba con su memoria y acaparaban su testamento político.
Colosio hubiera sido, sin duda, un gran presidente de la República; un auténtico promotor de la democracia verdadera, lejos de la hipocresía, el cinismo y la corrupción que son hoy para infortunio de este desventurado país un puñado de vulgares monedas de uso corriente.
Por eso les digo… Y nos leemos hasta la próxima edición…